jueves, 18 de julio de 2013

Parte de la vida III-El grupo-Lo que hace el mal amigo.



Niño más estudioso y modosito que Felipe, no lo buscareis en la clase de D. Facundo; criatura más obediente, no la hallaríais en todas las casas de la población.

Pero tenía una flaqueza Felipito: era blando de carácter con exceso, y esto hacía que entre sus camaradas no tuviese voluntad propia; que siempre fuese tiranizado por todos ellos y que en los juegos llevase la de perder, o sea la más dura y peor parte. Sin embargo, no se quejaba nunca, pues sentía verdadera pasión por los amigos.

D. Facundo, que le quería como a todos sus discípulos, y a él señaladamente a causa de esta debilidad, que podría acarrearle graves trastornos en el curso de su vida, llevó le una tarde de paseo por las cercanías.

Dejó D. Facundo que Felipe juguetease largo rato, y cuando vio que tomaba asiento junto a él, le dijo cariñosamente el buen maestro:

-Ahora que ya te has distraído saltando como una cabrita retozona  hemos de hablar de algo, amigo mío. ¿Quieres que vaya un cuento?

-¿Un cuento?-exclamó Felipe con alegría y curiosidad.- ¡Oh! Sí, Don Facundo, y que sea bonito.

Pues, señor, (y aunque va de cuento no lo es, que cosas pasan en la vida que sólo lo parecen) éste era que se era Juan el trabajador, así llamado por su incansable laboriosidad. Porque has de saber que Juan poseía saneada fortuna en campos de regadío, y a pesar de poderse dar vida descansada, vida de señor, veía sele constantemente en sus tierras, confundiéndose entre sus trabajadores, ayudándoles y animándoles con el ejemplo, tanto como con las muestras que les daba de su bondad. Excuso decirte cómo le querían y respetaban todos.

Y sucedió que, de repente, el buen Juan cambió de vida. Sólo de tarde en tarde daba un vistazo por viñedos y plantíos, y siempre preocupado y presuroso.

-¿Qué le ocurría?-decían los jornaleros.-Nadie sabía a qué atribuir un cambio tan repentino e inesperado.

Pues, ya verás.

Había simpatizado con un joven de su misma edad, que, aunque hijo del pueblo, no tenía en él deudos ni bienes. Ricardo, que así se llamaba, vivía desde chiquillo, en la capital de provincia, y a la sazón pasaba en su pueblo natal una larga temporada de verano. El tal Ricardo era muchacho fino, muy cuidadoso de su persona, elegante, alegre y decidor. Lo que te enseñará, al final del cuento, que no debemos fiar en apariencias.

Ello fue que Ricardo y Juan entraron en íntimas relaciones; que Juan, poco a poco, fue abandonando sus quehaceres por el trato del amigo, y que los consejos y el ejemplo de éste lo pudieron todo.

Empezó Juan a pasar largas temporadas en la ciudad sin otra ocupación que pasear, divertirse y gastar dinero, y no le cayó la venda de los ojos hasta que, al año o casi así, se vio envuelto en un negocio de Ricardo y además, en un proceso.

Del proceso pudo salir bien, gracias a que se probaron su buena fe y su honrada conducta; del negocio, vendiendo la mayor parte de sus fincas. Ricardo fue a presido, y Juan estuvo a punto de perder su reputación y de quedarse en la miseria.

Callo un instante D. Facundo, y Felipe interrumpió el silencio diciendo.

¡Oh que mal hombre y qué mal amigo debía ser el tal Ricardo!

-Sí, muy malo. Por eso antes de confiarnos a un amigo, hemos de ver si es hombre bueno. Tú no eres prudente y a todos te confías, sin pensar que el afecto que prodigas puede perjudicarte. El hombre necesita la amistad, porque está creado por Dios para el trato con sus semejantes; pero no olvides que no conviene entregar el corazón y, con él, la fortuna y la reputación al primero que nos seduce y acaricia.

Las palabras de D. Facundo quedaron tan grabadas en la mente de Felipe, que, desde entonces, sin ser huraño ni retraído, sólo considero como amigos verdaderos a quienes, por sus virtudes y lealtad, les dieron repetidas pruebas de merecerlo.

Nada más hermoso que la amistad, cuando es noble y verdadera.

Debemos ser muy cuidadosos en la elección de amigos, pues de esta elección pueden depender la honra y la fortuna.

¿Qué buenas cualidades tenía Felipe? ¿Y qué defectos?

¿Qué hizo su maestro para mejorarle?

¿Explíquese la historia de D. Facundo relató a su discípulo?

¿Qué consecuencia sacó el buen maestro de lo sucedido al confiado Juan?

¿Aprovechó la lección a Felipe? ¿Por qué?

¿Modosito?

¿Tener una flaqueza?

¿Blando de carácter?

¿Lo contrario de blando de carácter?

¿Presentir?

¿Retozar?

¿Fortuna saneada?

¿Plantío?

¿Nuestros deudos?

¿Caer la venda de los ojos?

¿Verse envuelto en un proceso?

¿Prodigar?

¿Prodigo?

¿Lo contrario de prodigo?



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