La
identidad como proceso objetivo:
Esta identidad cultural constituida en identidad social, implica una "toma de conciencia" del ser y deber ser manabita. Estamos ante un "hecho objetivo" y demostrable.
La filosofía latinoamericana considera como “hecho objetivo” lo relacionado con el modo propio del ser. En el caso de la identidad étnico-cultural del manabita este “hecho objetivo”, este modo propio de ser es tan maravillosamente real y objetivo que toda actividad humana del manabita tiene este rasgo que lo individualiza como persona y lo distingue como colectividad.
El filósofo uruguayo Mario Sambarino sustenta que la identidad de la cultura latinoamericana, -de la que forma parte el manabita-, es una “identidad que implica una objetividad y una objetivación singular e irrepetible, por lo que se vincula directamente con el problema de la unicidad o especificidad.”
El manabita tiene su propio modo de ser:
• Una relación profunda con la naturaleza que se expresa en su amor por la tierra, las plantas, las flores, los animales. Se percibe, incluso en las migraciones, dado que el campesino manabita cuando emigra busca el campo y ejerce allí su arraigo nativo trabajando la tierra con el mismo ímpetu de su montuvismo manabita.
• Una relación solidaria con los demás, condición que siente y vive en todas las instancias de su vida: familia, fiestas, juegos, vecinos. En el manabita migrante es notoria esta actitud que, en el entorno local se subyace en lo cotidiano.
• Un estado de ánimo positivo frente a la adversidad que enfrenta con altivez. Si por alguna circunstancia se deprime, su propio modo de ser lo supera inmediatamente. Lo ha demostrado en los grandes desastres que ha sufrido: largas y prolongadas sequías que lo obligan a emigrar; el fenómeno de El Niño con sus terribles efectos de torrenciales lluvias, inundaciones, destrucción de campos, casas, sembríos, deslizamientos de montañas y muertes de personas y animales; terremotos como los de Bahía, Jama, Canoa, etc.
• Una cultura muy "a lo manabita" donde la hospitalidad es símbolo y la generosidad es patrimonio del manabitismo. Algunos han llegado a confundir estos valores humanos con sumisión.
• Honesto y por correlación amante de la paz, trabajador y libre, cualidades implícitas en su naturaleza humana aprehendidas del entorno campesino – costero y familiar.
• Al considerarse libre ha configurado un alto concepto de su dignidad personal que vincula estrechamente con su terruño desde donde converge su “querencia” por la tierra y la familia donde la madre y luego la mujer ocupan un lugar preferencial.
• Pero, por oposición, sus tragedias son el resultado de esta confrontación. La tierra: “querencia” y economía; la mujer: dignidad y familia son los principales de su justicia por propia mano y/o de la venganza que se hereda como patrimonio de padres a hijos.
• La mujer, muy femenina y agraciada, comparte su buen gusto en el vestir con su espíritu de trabajo. Es un culto al hogar y a la familia.
• La familia manabita, unida e íntegra es casi siempre numerosa y reúne, como ninguna otra en el país, a abuelos, cónyuges de sus hijos y a veces hasta comparte la casa familiar con niños de otras familias de escasos recursos.
• Un culto especial por los antepasados que se refleja en sus velorios y apegos profundos a cementerios, que se mediatiza en recuerdos como patrimonios de familia que van trasmitiéndose de generación en generación para mantener la tradición y la identificación familiar.
• Católico en su mayoría comparte su religiosidad con el sincretismo de sus celebraciones festivas como las de San Pedro y San Pablo, las fiestas patronales de recintos, parroquias y cabeceras cantones, los chigualos, etc.
• Se califica como de pensamiento liberal para identificarse con su héroe manabita Eloy Alfaro y así mantiene su carácter de ser libre, insurgente y trabajador como características sociológicas de su propio modo de ser.
Esta identidad cultural constituida en identidad social, implica una "toma de conciencia" del ser y deber ser manabita. Estamos ante un "hecho objetivo" y demostrable.
La filosofía latinoamericana considera como “hecho objetivo” lo relacionado con el modo propio del ser. En el caso de la identidad étnico-cultural del manabita este “hecho objetivo”, este modo propio de ser es tan maravillosamente real y objetivo que toda actividad humana del manabita tiene este rasgo que lo individualiza como persona y lo distingue como colectividad.
El filósofo uruguayo Mario Sambarino sustenta que la identidad de la cultura latinoamericana, -de la que forma parte el manabita-, es una “identidad que implica una objetividad y una objetivación singular e irrepetible, por lo que se vincula directamente con el problema de la unicidad o especificidad.”
El manabita tiene su propio modo de ser:
• Una relación profunda con la naturaleza que se expresa en su amor por la tierra, las plantas, las flores, los animales. Se percibe, incluso en las migraciones, dado que el campesino manabita cuando emigra busca el campo y ejerce allí su arraigo nativo trabajando la tierra con el mismo ímpetu de su montuvismo manabita.
• Una relación solidaria con los demás, condición que siente y vive en todas las instancias de su vida: familia, fiestas, juegos, vecinos. En el manabita migrante es notoria esta actitud que, en el entorno local se subyace en lo cotidiano.
• Un estado de ánimo positivo frente a la adversidad que enfrenta con altivez. Si por alguna circunstancia se deprime, su propio modo de ser lo supera inmediatamente. Lo ha demostrado en los grandes desastres que ha sufrido: largas y prolongadas sequías que lo obligan a emigrar; el fenómeno de El Niño con sus terribles efectos de torrenciales lluvias, inundaciones, destrucción de campos, casas, sembríos, deslizamientos de montañas y muertes de personas y animales; terremotos como los de Bahía, Jama, Canoa, etc.
• Una cultura muy "a lo manabita" donde la hospitalidad es símbolo y la generosidad es patrimonio del manabitismo. Algunos han llegado a confundir estos valores humanos con sumisión.
• Honesto y por correlación amante de la paz, trabajador y libre, cualidades implícitas en su naturaleza humana aprehendidas del entorno campesino – costero y familiar.
• Al considerarse libre ha configurado un alto concepto de su dignidad personal que vincula estrechamente con su terruño desde donde converge su “querencia” por la tierra y la familia donde la madre y luego la mujer ocupan un lugar preferencial.
• Pero, por oposición, sus tragedias son el resultado de esta confrontación. La tierra: “querencia” y economía; la mujer: dignidad y familia son los principales de su justicia por propia mano y/o de la venganza que se hereda como patrimonio de padres a hijos.
• La mujer, muy femenina y agraciada, comparte su buen gusto en el vestir con su espíritu de trabajo. Es un culto al hogar y a la familia.
• La familia manabita, unida e íntegra es casi siempre numerosa y reúne, como ninguna otra en el país, a abuelos, cónyuges de sus hijos y a veces hasta comparte la casa familiar con niños de otras familias de escasos recursos.
• Un culto especial por los antepasados que se refleja en sus velorios y apegos profundos a cementerios, que se mediatiza en recuerdos como patrimonios de familia que van trasmitiéndose de generación en generación para mantener la tradición y la identificación familiar.
• Católico en su mayoría comparte su religiosidad con el sincretismo de sus celebraciones festivas como las de San Pedro y San Pablo, las fiestas patronales de recintos, parroquias y cabeceras cantones, los chigualos, etc.
• Se califica como de pensamiento liberal para identificarse con su héroe manabita Eloy Alfaro y así mantiene su carácter de ser libre, insurgente y trabajador como características sociológicas de su propio modo de ser.
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