lunes, 15 de julio de 2013

CUENTO DUODÉCIMO: Las mentiras de Periquito.



        Periquito era un niño que tenia la mala costumbre de mentir.

Una mañana fue al huerto de su tío, y éste, después de haberle enseñado las plantas que cultivaba en él, le dio dos melocotones, diciéndole: 

-Uno para ti, y otro para tú mamá.

El niño se comió el suyo en el camino, y al volver a su casa entregó el otro a su mamá, diciéndole que era el único melocotón que le había dado su tío.

La mamá le dio la mitad del suyo y el hueso.

-¡Ya tengo dos!-dijo Periquito.

Al oír esto la mamá dijo:

-¿Tienes otro hueso? ¿De modo que te has comido otro melocotón?

El muchacho, viéndose descubierto, se puso colorado como una granada; y su mamá le dijo muy seria:

-¡Periquito, Periquito! Las mentiras tienen las piernas muy cortas, y se las alcanza en seguida. En castigo de lo que acabas de decir, almorzarás hoy pan y agua.

Su honor y conciencia empaña, ¡Oh niña!, todo el que miente. Y así mismo neciamente el mentiroso se engaña. Lo importante es reconocer una mentira cuando eres descubierto. El mundo no se caerá encima de ti. Cada unos sabe porque fue motivada. No se justifica. Sin embargo, los motivos no empañan en ciertas ocasiones cuando debes ayudar a sobrellevar el dolor de una causa justa para el bien de los demás. Todo es relativo.



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