Un sacerdote que vivía en el campo tenía
un jardín muy lindo, y, en vez de resguardarlo poniendo vidrios en la tapia,
colocó enredaderas que daban flores muy bonitas, como pasionarias y
campanillas. Algunos le preguntaron:
-¿Por
qué en vez de colocar vidrios circunda usted su jardín con flores?-
Respondió
el cura:
-Porque
el amor al prójimo pide, y la caridad ordena, alejar a los indiscretos sin
ofenderlos, por eso coloco yo flores a su alcance, para que puedan cogerlas sin necesidad de saltar la
tapia.
Así
una niña debe ser siempre amable con todos, aun con las personas indiscretas.
Los modales de las niñas bien educadas deber ser como la tapia del jardín del
Cura: flores, y no espinas.
Es
un jardín hermoso, niñas, el alma y el cuerpo es el cercado que le resguarda y
guardaréis las flores que tiene dentro.
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