Antoñita era una niña muy soberbia. Se
irritaba por cualquier cosa; pero solía pagar muy caras sus rabietas. Un día
jugando con una muñeca, y porque se le cayó al suelo empezó a golpearla. Su
hermanita, que lo oyó, le dijo:
-¿Por
qué tratas de ese modo a la muñeca? ¿No
te da vergüenza enfadarte de ese modo con una muñeca de madera? ¿Has perdido el
juicio?
Antoñita
la tomo entonces con su hermana y echó a correr tras ella; pero, cegada por la
ira, tropezó contra la mesa y se hizo un chichón del tamaño de una nuez.
El
médico dijo después:
-Si
llega a darse un dedo más abajo, se hubiera vaciado un ojo.-
Es
la ira una pasión tan mala, niña hechicera, que al mejor convierte en fiera y
en monstruo sin corazón.
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