-¿Por qué, Pepita, no respetas a Doña
Gertrudis?
-Porque…,
porque es muy fea y muy vieja, y no me gusta.
-Si
Doña Gertrudis fuese tu mamá, ¿La rechazarías del mismo modo?
-¡Pero
tú no eres vieja, mamá!
-Aun
no; pero si antes no me muero, llegará día en que lo sea: mi cara se llenará de
arrugas, mis cabellos encanecerán, perderé los dientes, andaré con dificultad,
y tu entonces me despreciarás por ser vieja.
-¡No,
mamá: yo te quiero y te querré siempre, porque tú eres siempre mi buena manita!
-Pues
bien, hija mía; si me quieres, respeta en Doña Gertrudis lo que será un día tu
mamá. Honra y venera siempre a la vejez.
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