lunes, 15 de julio de 2013

CUENTO DÉCIMOTERCERO: Castigo de la desobediencia.



        Una niña tenía la mala costumbre de jugar con los tenedores y volverlos de modo que estuvieran las puntas hacía arriba.

Su mamá le había advertido una porción de veces que no pusiera el tenedor así, porque se exponía a hacerse daño. La niña obedecía por el pronto; pero en seguida olvidaba el consejo de su mamá.

Al fin sufrió el castigo de su desobediencia. Un día, cuando estaba comiendo, alzó el tenedor y empezó a jugar con las puntas. De pronto le saltó el gato a los hombros; inclinó ella la cabeza, y el tenedor se le metió por el ojo derecho.

Estuvo en cama muchos días, y perdió aquel ojo para siempre.

No desprecies los consejos cariñosos de tus padres, familia, conocidos, si quieres de mil escollos en esta vida librarte. ¿Dónde irás, pobre barquilla, sin prudente y gobernalle? Porque escuchar es de sabio y hacerlo de valientes. 



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