martes, 30 de julio de 2013

Parte de la vida I-El individuo-La familia: Manolillo y su criada.



No podéis imaginaros una casa tan risueña y feliz como la casa de D. Manuel.

En ella, todo es paz y armonía.

Las costumbres de la familia son, verdaderamente, patriarcales.

Nada falta en aquel cuadro hermoso: el abuelito; fuerte aún, de barbas blancas, en que enredan sus dedos los chiquitines, mientras les entretiene contándoles cuentos deliciosos; la madre hacendosa, en cuyo rostro están marcadas suavemente la bondad y la ternura; la criada que cuidó de D. Manuel cuando éste vino al mundo, y no salió nunca de allí.

En fin, que aquello es un verdadero paraíso con todos sus encantos.

El único ser que hace fruncir el ceño, de cuando en cuando, a D. Manuel, es el primogénito, por ciertas manifestaciones de orgullo y crueldad que nota en su carácter.

Si no entretiene persiguiendo mariposas, coge gusarapos, atormenta lagartijas, pesca al gato y lo tira sobre las narices del perro, ata una sartén a la cola de éste, o da un baño ruso al felino. Manolito se goza martirizando a los indefensos animales.

Además, hace llorar a sus hermanos; es irrespetuoso con el abuelo y altanero y cruel con la criada, a quien hace sentir, constantemente, su inferioridad y humilde condición.

-¡Aquí no hay criados!-díjole un día, indignado su papá. – Teresa me llevó en brazos y te llevo a ti. Le debes agradecimiento por lo que te ha servido, y respeto por sus años. El criado, por otra parte, es un individuo más de la familia, y como tal debe tratársele.

Ha transcurrido algún tiempo.

¿Qué ocurre, ahora, en casa de D. Manuel, en aquella casa antes tan apacible?

Todo es trastorno y angustia en ella. El abuelo está en un rincón con la cabeza baja; la madre llora; D. Manuel se pasea dando zancadas por el piso.

¿Qué es ello? ¿Cómo aquella casita blanca, tan alegre, tan llena de sol, está, ahora tan triste y ennegrecida?

D. Manuel ha experimentado grandes pérdidas en sus negocios; sólo le quedan la casita y el predio, y habrá que vender la casa si no apronta una importante cantidad.

Hasta Teresa, la buena y fiel Teresa, que conocía todos los secretos de la familia, hacía dos días que faltaba de la casa, y este acontecimiento acrecentaba la intranquilidad de todos.

En esto se presentaba la criada y dice:

-Señorito, perdone si me he ido sin pedirle permiso; es la primera vez en mi vida. Vengo del pueblo y de casa del notario, donde yo tenía todos mis ahorros. Vea usted.

Y la buena mujer entregó una nota del notario que importaba una gran cantidad.

Era la salvación, más D. Manuel se negó a recibir el dinero.

-Pero, D. Manuel: ¿Para qué me sirve? Si nos echan de esta casa, yo me moriré en seguida. Ha sido siempre mi casa, y no podré vivir en otra.

D. Manuel vacilaba todavía; más tuvo que ceder ante las súplicas y lágrimas de aquella mujer bendita.

Entonces, el buen señor cogiendo de la mano a Manolillo, le dijo, lleno de emoción:

-Ya lo ves, hijo mío, como no podemos ser orgullosos con los que nos sirven. Besa los pies a Teresa: es justo agradecer a los que trabajan por nosotros, los males que nos evitan.

Y en aquella casita blanca, sigue luciendo todavía el sol de la felicidad.

Los tesoros pueden agotarse. Lo que no se agota nunca es la riqueza del corazón. Sed nobles y generosos.

Debemos tratar a los inferiores con cariño, pues todos somos, igualmente, hijos de Dios.

Preceptos morales:

¿Qué pasaba en la casa de D. Manuel?

Describid la dicha de aquella familia.

¿Qué preocupaba solamente a D. Manuel?

¿Qué instintos se descubrían en Manolillo? ¿Qué hacía? ¿Qué dijo cierto día su papá? ¿Qué ocurrió tiempo después?

¿Cómo se salvo la casa de la ruina?

¿Qué lección dio D. Manuel a su hijo?

Lenguaje:

¿Casa risueña? ¿Lo contrario de risueño?

¿Costumbres patriarcales?

¿Hacendoso?

¿Fruncir el ceño?

¿Primogénito?

¿Altanero? ¿Lo contrario de altanero?

¿Pasearse dando zancadas?

¿Predio?

¿Notario? ¿Notaria? ¿Notariado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario