sábado, 25 de abril de 2015

¡Hablan de una mente maravillosa y prodigiosa!


Los recuerdos.

Dicen que tengo, dicen que poseo una mente prodigiosa, eso dicen.

Lo que si se hacer y tengo, son maravillosos recuerdos de mi infancia. Quizá, por eso dicen, que tengo una mente prodigiosa.

No sé cómo empecé a leer los cómics, las novelas, la prensa, pero si la edad y mis circunstancias.

Dicen y digo lo que me dicen, que empezó mi afición por la lectura a los cuatro años.

Mis recuerdos datan de nueve años, más o menos.

Viví mi infancia y entrada un poquito mi adolescencia, en un pueblo. Cuando nací, era Parroquia. Ahora es un cantón. Cantón Jama Cuaque, de la provincia de Manabí, en Ecuador.

Un pueblo agrícola, ganadero, pesquero, camaronero (piscina de factoría) y turístico por sus bellas playas y calitas.  La  arena, es  de color plata. Paisajes de  indescriptibles bellezas.

En verano, como en todos los pueblos de la costa, siempre estamos recibiendo a gentes de fuera de nuestros lares y del extranjero.

Pero en el invierno, la naturaleza desprende toda su fuerza.

Caen unos aguaceros (lluvia abundante) durante varios días sin parar, de día y de noche, que parece a las escrituras dichas en la biblia, referente al diluvio. Días que son noches, noches que son tinieblas de frio y miedo.

Noches enteras sin dormir, porque la orquesta de la naturaleza nos envía truenos y relámpagos, acompañado del estremecedor caer de los goterones de agua, que se estrellan contra el zinc y las ventanas. Goteras que muchas veces invaden el interior de nuestros hogares.

Corrientes de agua que inundan los patios, que desbordan ríos. Ríos que se llevan los puentes con sus palizadas a la mar. Ríos que rompen el camino y se desbordan. Ríos que aíslan y cortan la comunicación terrestre a personas y medios de transportes. Hay que improvisar canoas para moverse de una casa a otra.

La mar está rebelde y hay que esperar hasta que se calme el oleaje, para poder salir del pueblo.

El temporal de aire no permite que las avionetas, puedan llegar al aeropuerto del pueblo.

El pueblo, quedaba totalmente incomunicado, de transportes, comunicación telegráfica y sin electricidad.

Quedábamos aislados totalmente durante días, semanas y meses.

Entonces, ante esta adversidad de la naturaleza en mi pueblo, los niños leíamos y releíamos todas las revistas de cómics, novelas, periódicos. Nos reuníamos en el parque y hacíamos préstamos de estos.

El único quiosco del pueblo era visitado desde primera hora de la mañana por los niños, deseosos de ver colgado los cómics, revistas, novelas, prensa, etc., había que ver la cara del pobre quiosquero y tener que dar información sobre el estado de las carreteras. El quiosquero, se convertía en el periodista de un buen grupo de infantes embobados al escucharlo. Incluida yo.

Y así, empezó mi pasión por leer.

Decían que iba a volverme loca de tanto leer, como le paso al inmortal e Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha. De Miguel de Cervantes Saavedra.

En concreto a este pobre negrito, llamado Memín, su madre le daba/ pegaba paliza, con una tabla por su inadecuado comportamiento. Pero no era una tabla cualquiera. Leía que la tabla tenía clavos incrustada en ella.



Yolanda Vargas Dulche fue una de las mejores escritoras de melodramas mexicanos, ella inicio escribiendo en revista tipo comic, historias semanales como Rubi, Alondra (que en comic se llamo Casandra), El pecado de Oyuki, Encrucijada, Vagabundo, Gabriel y Gabriela, Yesenia, entre muchas otras incluida MARIA ISABEL. 
Estas historias tuvieron gran éxito y por supuesto fueron llevadas a la televisión. 
Realizó la telenovela protagonizada por la inolvidable Silvia Derbez interpretando a María Isabel. 

La cual por supuesto fue un gran suceso, mucha gente decidió aprender a leer, para poder leer la revista y saber con anticipación lo que sucedería con la pobre india y su Rosa Isela. 
Debido al éxito también fue llevada a la pantalla grande, se hicieron dos películas protagonizadas por Silvia Pinal, Maria Isabel y El amor de María Isabel. 




































Benito Reyes, es un anciano pescador que vive en un pueblo costero dedicado a su trabajo y a su pequeña nieta que vive con él, se muestra seco y frío con los demás pescadores y sólo demuestra amor y ternura a su nieta.
Un pescador que acaba de llegar al pueblo pregunta por qué esa actitud del viejo y es así como le narran la trágica historia de lo sucedido años atrás. 
Diez años atrás Benito vivía en su pequeña cabaña junto al amor al lado de su hijo Renato, con quien se llevaba muy bien, los dos eran felices juntos, ambos eran pescadores. 
Un día Renato puso sus ojos en Gabriela, una bella jovencita que vivía en una casa del centro del pueblo en compañía de Rita, su tía solterona, que tenía dinero y  era una mujer amargada y dura.
Gabriela se enamoró con pasión de Renato,  pero había en el pueblo un mal hombre que deseaba a Gabriela, él era Nicandro, que la acosaba sin descanso.
Gabriela  no lograba que su tía, Rita aceptara a Renato, ésta lo rechazaba y se oponía a su relación por considerarlo inferior a ellas.
Al ver la tristeza de su hijo, Benito fue a ver a la solterona y a fin de ablandarla, coqueteó con ella y la cortejó sutilmente.
Rita se mostró dura, pero poco a poco empezó a ceder antes las visitas de Benito, que se la fue ganando poco a poco, al principio todo era un juego de Benito, pero  al conocer el alma de Rita, descubrió a una mujer sensible y ansiosa de cariño y empezó a sentir afecto por ella, y así, mientras el amor de Renato y Gabriela se consolidaba, crecía un sentimiento entre Benito y Rita.
Renato propuso matrimonio a Gabriela y ella aceptó, Rita cedió por fin y aceptó la relación de los chicos, los preparativos de la boda iniciaron y Nicandro, despechado, sedujo  a una amiga de Gabriela, Flora,  la hija del presidente municipal, con quien se fugó al poco tiempo.
Gabriela y Renato se casaron y el día de su boda, Rita apareció muy bien arreglada, dejando su chongo de solterona y terminando de conquistar a Benito.
Gabriela se fue a vivir a la cabaña con Renato y su suegro y al poco tiempo descubrió que estaba embarazada, pero se lo ocultó a Renato, ya que éste quería esperar hasta tener una mejor situación económica.
Rita les regaló un pequeño barco pesquero y todo parecía ser felicidad para ellos.
Los demás pescadores sintieron celos de Renato por su barco y creen que lo sobornaron los dueños de la empacadora de pescado.
Gabriela le confesó a Renato que esperaba un hijo y él se puso feliz.
Rita y Benito se alegraron también al saberlo. Benito siguió cortejando a Rita mientras avanzaba el embarazo de Gabriela, finalmente dio a luz una linda niña a quien llamaron Gabriela, como su madre. Rita empezó a tener extraños dolores de estómago, pero no les dio importancia, estaba ilusionada con Benito, que le propuso que se casaran, ella aceptó dichosa, pero decidió ir primero a la capital a hacerse estudios para saber que le sucedía.
En México, Rita recibió una noticia terrible, tenía un avanzado cáncer y le quedaba muy poco tiempo de vida, irónicamente, toda su vida ansió encontrar el amor y ahora que por fin lo lograba, estaba a las puertas de la muerte. 
Flora, logró que sus padres la perdonaran y regresó al pueblo al lado de Nicandro, con quien se había casado, pero él seguía obsesionado con Gabriela, a quien veía ahora más hermosa y madura.
Rita volvió al pueblo y decidió vivir lo poco que le quedaba con toda intensidad, se celebró su boda con Benito, que estaba  feliz, gozó su luna de miel y al poco tiempo empezó a empeorar, le confesó todo a Benito y a Gabriela, que estaban desesperados.
Rita se puso muy grave y falleció mientras Benito le recitaba un poema, a partir de ese día Benito andaba triste y solitario.
Nicandro tenía enfrentamientos constantes con Renato y siguió acosando a Gabriela. El gran problema de Renato es que tenía unos celos enfermizos, Nicandro intrigaba haciéndole creer que había algo entre él y Gabriela.
Cualquier comentario de Gabriela, Renato  lo tomaba a mal y empezó a dudar de ella.
Gabriela fue un día al pueblo desde la cabaña, esa mañana se puso un collar de perlas que su tía Rita le había heredado. Nicandro la interceptó en el camino y trató de abusar de ella, ella se defendió y lo impidió. Nicandro le echó en cara que el collar que llevaba él se lo había dado a Rita para que lo dejara cortejarla, indignada Gabriela se lo arrojó a la cara y salió huyendo.
No le dijo nada a Renato para no provocar un pleito mayor. Renato compró una pistola para defender la honra de su mujer. Gabriela le mintió a Renato sobre el collar diciéndole que lo había perdido. Nicandro fingió ante Renato estar arrepentido e hicieron las paces, a la vez, Nicandro citó a Gabriela para regresarle el collar, de lo contrario se lo mostraría a Renato para que el creyera que ella se lo había dado por que eran amantes.
Gabriela acudió asustada y para su sorpresa Nicandro le dio burlonamente una sola perla y le dijo que le iba a devolver el collar perla por perla, una en cada encuentro que tuvieran.
Gabriela estaba angustiada, Nicandro seguía engañando a Renato, Gabriela le pidió que se fueran a vivir lejos y el dudó, los celos lo corroían.
Nicandro logró que Renato y Benito se fueran a pescar a una zona muy alejada  para que no estuvieran en su casa una noche. Esa noche amenazaba tormenta y Gabriela estaba sola con su bebita en la cabaña. De pronto entró Nicandro y empezó a forcejear con ella, quería abusar de ella. Lo que no sabía es que Renato sospechando algo, había regresado de alta mar.
La luz se fue al soltarse la tempestad, un relámpago iluminó la terrible escena que vio Renato al llegar, de Gabriela en brazos de Nicandro.
Corrió por su pistola mientras Gabriela gritaba pidiéndole ayuda, disparó en la oscuridad contra Nicandro, lo vio correr y saltar por la ventana. Salió tras él y le disparó, Nicandro  recibió varios tiros y cayó muerto.
En ese momento llegó Benito, que  entró a la casa y Renato tras él, horrorizados descubrieron a Gabriela tirada en el suelo, con una mancha de sangre en el pecho, había recibido el primer balazo que Renato disparó en la oscuridad, estaba agonizando.
Enloquecido Renato la besó y le pidió perdón, ella solo alcanzó a decirle que lo amaba.
Renato fuera de sí tomó entre sus brazos el cuerpo de su esposa y salió corriendo en la tormenta.
Benito destrozado salió tras él y lo vio subir a su barquito con Gabriela en brazos y adentrarse en alta mar en medio de la violenta tempestad. Nunca más se supo de ellos, solo aparecieron restos del barco que había naufragado en la tormenta.
Renato y el cuerpo de su amada Gabriela habían sido tragados por el mar. 
A partir de ese día Benito se volvió frío y duro y se dedicó sólo a cuidar de su nietecita Gabriela, protegiéndola de las habladurías que la terrible tragedia de sus padres siempre acarreaban sobre ella. 
El pescador nuevo se condolió al terminar de escuchar la triste historia de Don Benito. Benito veía crecer a su nieta como una salvaje entre los pescadores, así que decidió internarla en un colegio.
Ella estaba muy triste, él también sufrió su ausencia. Un día la niña se peleó con su cruel maestra y tras insultarla, huyó a su casa y se escondió en la barca de Benito, que la descubrió en alta mar, ella le pidió que la dejara ser pescadora y el conmovido aceptó, pero por el bien de ella, fingió no quererla y la orilló a regresar a la escuela. Pasan 6 años y Gabriela, termina sus estudios y regresa junto a su abuelo, que la recibe dichoso, gracias a ella ha vuelto a ser un hombre amable y sonriente.
Por las habladurías del pueblo, Gabriela se entera que hubo una tragedia en su familia y Benito le confiesa todo lo sucedido con sus padres.
El dueño de la empacadora fallece y en la ciudad, su viuda, la aristocrática Carolina, le exige a su hijo Carlos Iturbide, que se vaya a hacer cargo del negocio.
Carlos es un buen muchacho y recientemente se ha comprometido a casarse con Martha, una mujer de su misma posición social, no sabe que ella es una interesada que tiene como amante a Leonardo, un amigo de su padre.
Gabriela no es una muchacha femenina como fuera su madre, siempre anda en fachas y con el cabello muy corto.
Un día que va a la empacadora la confunden con un empleado y le dan a cargar pescado, se cae a los pies de Carlos y él la levanta.
Se siente atraído por esa chiquilla risueña e inocente. Gabriela se enamora de Carlos y cambia su forma de ser, se arregla como toda una señorita y se muestra más delicada y dulce.
Martha prepara una recepción para Carlos pero se queda plantada, él ha preferido quedarse en el puerto  para asistir a una fiesta que Benito le organizó a su nieta. 
Rocío, la hermana de Carlos, descubre que Martha lo engaña  con Leonardo, pero como es una chica desubicada, Carlos no le cree nada cuando se lo dice.
Gabriela está ilusionada con Carlos y Benito teme que sufra, ya que él es de otra clase social.
Rocío y Martha pelean. En tanto que Gabriela extraña a Carlos que está en México, cuando él vuelve a puerto se pone feliz, se besan y ella está dichosa, pero Benito se entera que él está comprometido y se lo reclama.
Carlos decide dejar en paz a Gabriela, la fecha de la boda de Carlos y Martha se acerca y él está desesperado, sabe que ama a Gabriela, pero su madre, Carolina, finge estar muy mal del corazón y lo chantajea exigiéndole se case con Martha.
Carlos le propone matrimonio a Gabriela en un arranque de amor y le promete ir a la capital a romper su compromiso con Martha.
Gabriela queda llena de esperanza, lo que no prevén es que Martha espera a Carlos en el aeropuerto con periodistas que los retratan como una pareja dichosa y anuncian su inminente boda.
El diario llega al puerto y Gabriela cree morir de dolor al verlo, cree a Carlos un traidor.
Este encara a Martha y le dice que ama a otra, ella despechada le confiesa que lo engañaba con Leonardo y terminan su relación.
Carlos trata de comunicarse con Gabriela para decirle que todo se terminó entre él y Martha, pero un huracán azota el puerto  y todas las comunicaciones están cortadas.
Carolina sufre un derrame cerebral y Carlos debe quedarse a cuidarla. 
En cuanto termina el temporal, Gabriela se presenta ante su abuelo vestida de hombre y le dice que no puede seguir ahí porque el dolor la está destruyendo, a partir de ese momento se convierte en Gabriel y se irá de ahí, ha conseguido empleo como grumete en un barco y se va del puerto haciéndose pasar por hombre.
Benito acepta su decisión y la ve partir convertida en Gabriel. En el barco Gabriel(a) se hace amigo  del cocinero chino Li, Gabriel(a) debe llevar un cablegrama a un pasajero del barco, éste es el millonario Fernando del Valle, que está borracho y le da mucho dinero de propina.
Al día siguiente Gabriel(a) se los regresa. En tanto la madre de Carlos muere y su hermana se casa. Carlos regresa al pueblo buscando a Gabriela, pero no la encuentra, Benito lo insulta y lo corre.
Fernando ofrece trabajo como su ayudante a Gabriel(a) y ésta acepta, siente una extraña atracción por ese millonario.
Carlos aclara todo con Benito, nunca se casó con Martha, buscan a Gabriela en el barco, pero se enteran que ya no está ahí, le han perdido la pista y Carlos está desesperado.
Fernando está en una extraña situación, su abuela murió heredándole una inmensa fortuna. Pero como requisito puso que él gastará un millón de pesos en tres meses y por eso lleva un tren de vida tan acelerado.
Le da una fuerte cantidad a su secretario Gabriel(a) y le pide que lo juegue en un casino. Unos estafadores tratan de embaucar a Gabriel(a) y termina en la cárcel con ellos.
Fernando lo saca y le pide compre joyas para Ivonne, una ambiciosa chica con la que anda. 
Gabriel(a) siente querer a Fernando y le confiesa que tiene una hermana gemela llamada Gabriela y que lo irá a visitar.
Fernando se sorprende al ver aparecer poco después a Gabriela vestida de  mujer y hermosa, la cree hermana de su ausente secretario y la pasea por la ciudad, se siente atraído por ella.
Carlos busca a Gabriela sin resultado, en tanto ella sigue con su doble papel ante Fernando de hombre como Gabriel y de mujer como Gabriela. Fernando descubre que Ivonne es una hipócrita y siente amar a Gabriela, ésta siente aún amar a Carlos, pero se dice que con el amor que empieza a despertarle por Fernando lo podrá olvidar. 
Fernando descubre horrorizado a su secretario probándose pelucas y cree que Gabriela es un disfraz de su secretario, que es un homosexual que lo ha estado engañando y furibundo trata de matarlo. Gabriel(a) huye  y se encierra en un cuarto, se arregla como mujer y se ve obligada a mostrar sus senos ante el atónito Fernando para demostrarle que Gabriel nunca existió y que ella es realmente Gabriela.
El se pone feliz y le propone matrimonio, ella acepta, juntos van al pueblo para que Fernando pida la mano de Gabriela a Benito y casarse ahí. Benito le aclara a Gabriela lo sucedido con Carlos y que él la sigue amando, esa verdad sacude a la chica.
Carlos la busca y le suplica perdón y que vuelva con él, pero ella no puede dejar a Fernando ahora que están a punto de casarse.
Está dudosa, siente amar a los dos. Fernando al conocer el pasado de Gabriela con Carlos se muestra altanero con él. Los preparativos de la boda avanzan y Gabriela siente a veces flaquear su determinación de casarse con Fernando.
Carlos sigue buscándola, termina peleando violentamente con Fernando y los dos van a dar al hospital todos golpeados, donde hacen las paces y resuelven que Gabriela será quien decida con cuál de los se queda.
En la víspera de la boda ambos se presentan ante Gabriela, cada uno expone sus razones para amarla y le piden que decida con cuál de ellos se casará.
Al día siguiente vemos la escena de la iglesia del pueblo repleta de gente.
Gabriela llega vestida de novia del abrazo de su dichoso abuelo, avanza por el pasillo de la iglesia y se arrodilla ante el novio, le ofrece sus manos y se casa con un hombre al cual nunca enfoca la cámara.

¿Con quien se casó Gabriela, con Carlos o con Fernando? Cada quien puede optar por decidir  con quién desea que se haya casado.


Entre otros que de momento no he logrado encontrar en Internet, pero que en mi microprocesador personal y único están grabados para recordarme, porque se dice que tengo una mente prodigiosa.

He viajado a muchos países del mundo, eso digo, sin embargo, muchos lo dudan. Pero, sí. Si que lo he hecho a través de la magía del libro. 

Los libros, aunque los escriban otros, son las puertas que abres para conocer el universo. 




jueves, 23 de abril de 2015

Hablar de la mujer manabita...

 ...no es sólo para destacarlas como madres, esposas y compañeras, también es importante resaltar su rol en la historia, más aun en Manabí donde el bello género ha tenido un protagonismo y espacio sin precedentes en los procesos políticos, económicos y sociales.
La manabita merece un estudio especial. Paradójicamente ocurre en esta tierra considerada de machistas y en el suelo donde nació el redentor de la mujer ecuatoriana: el montubio Alfaro; el que valoró su participación, el que le permitió el acceso a la función pública y el derecho a una educación superior.
La mujer manabita ha resaltado por su capacidad de dirigir masas.
Los conquistadores españoles se sorprendieron que una reina viuda, muy rica: Achira, fuera gobernante de los Tosaguas.
Se registra a la montecristense, Isabel Muentes, como la primera montonera revolucionaria en 1864.
Después, la portovejense Filomena Chaves, llamada Coronela por Alfaro, comando a 100 hombres para ponerse a las órdenes del Presidente manabita, que años antes convirtió a la charapontense.
Matilde Huerta Centeno, es la primera funcionaria pública del Ecuador.
Su presencia se ha impuesto desde la propia génesis cultural de América, desde los cimientos de nuestra historia, pues una de las primeras figuras humanas representadas en cerámica en este continente es la reconocida “Venus de Valdivia”.
Los artesanos se inspiraron en la mujer para representar su cosmovisión; como también ocurrió, siglos después, con la enigmática estela de los manteños. Esta misma civilización adoraba a una gran esmeralda considerada milagrosa, que los españoles la definieron como Diosa; es decir, que el género femenino fue el escogido nuevamente por los nativos para rendirle culto.
Quizá por estos antecedentes no es casualidad que los manabitas tengamos especial devoción a dos representaciones femeninas: las vírgenes de Monserrate y las Mercedes.

Tanto que agradecerles, que hasta la sabiduría de nuestras abuelas nos han otorgado el reconocimiento nacional de tener la más rica y variada gastronomía. Sólo ese mérito las hace especiales en el mundo. Y por si fuera poco, también se distingue su incomparable belleza. 

¡Cuando una manabita-ecuatoriana, deja huellas!

Las puertas del paraíso.

La frontera de Perú con Ecuador es un puente sobre un río, para entrar en Ecuador se hacen los trámites en suelo ecuatoriano y para ir a Perú del peruano. Como íbamos desde el sur nos tocó hacerlos del lado ecuatoriano. Siempre las aduanas son un asco, aunque estén muy limpias como esta, tienes que esperar y a veces hasta pagar. Entramos y después de entregar la salida y conseguir el sello de los peruanos nos ponemos a la cola de entrada en Ecuador. Larga cola porque son muy meticulosos, por fin nos toca, nuestro interlocutor parece amable, un tipo con gafitas, canoso, repeinado y serio. Le tiro un par de bromas para suavizar y el tipo responde sonriendo mientras va metiendo todos los datos en el sistema. Ya con el sello en la mano mira la primera página y veo que cuenta con los dedos y me dice,
- Su pasaporte caduca en agosto, no puedo dejarle entrar con menos de seis meses de vigencia.
- Como!! Pero si me quedan todavía más de cuatro meses de vigencia.
- Es política de Ecuador no dejar pasar a extranjeros que se les vaya a caducar el pasaporte antes de los próximos seis meses. No va a entrar, usted tiene que anular la salida de Perú porque no se puede quedar sin estar en ningún país.
Me entran los siete males, este hijoputa con su carita de hombre bueno me va a joder, además veo en sus ojos como disfruta, me está diciendo con su mente te jodes europeo, eso por no dejar entrar a los nuestros libremente allí, como si yo tuviera la culpa. Empiezo a ponerle mil escusas y muy amablemente me dice que hay mucha gente y que el solo cumple con su trabajo que hable con su supervisora en la mesa de atrás. La supervisora sí que tiene cara de perra, por eso será supervisora y ya me está diciendo que no antes de que llegue. 
Diez minutos más tarde estoy saliendo por la puerta sin haber entrado en Ecuador, con Andrea con el sello de entrada y con la furgoneta en el limbo, la salida hecha pero sin entrada a ningún sitio. Se me ocurre que si ha entrado a las ocho de la mañana tendrá que salir a las cuatro y quién sabe si otro funcionario será menos celoso de su trabajo y no me mirará la vigencia y se pondrá a contar, le tendría que haber arrancado los dedos seguro que me hubieran puesto el sello para ir al calabozo ecuatoriano.
Hacer tiempo en una frontera siempre es raro, toda la gente pasa, no se ponen a curiosear, como yo, los policías te miran, eres sospechoso simplemente por estar allí más tiempo de la cuenta.
Por fin llegan las cuatro y cinco y voy a la oficina otra vez, el cabronazo sigue allí, me voy a tener que ir hasta Lima a 1300 km para tramitar un pasaporte nuevo que a saber cuándo llega y Lima es un infierno, seguro que me comen allí y no dejan ni los huesos. Me pongo en la cola de salida del Perú para invalidar la que me dieron, cuando me toca hablo con el funcionario,
- No me han dejado entrar porque me falta vigencia.
- Jajaja, estos ecuatorianos son muy estrictos.
- No será pata tuya y me echas una manita para que me selle.
- Noooo, estos no nos quieren nada, son raros, cual ha sido?
- El de gafas
- Uuuhh, ese es el peor de todos.
- Oye y si espero al cambio de turno y lo intento con otro funcionario, porque no creo que les tengan trabajando veinticuatro horas.
- No sé – y se sonríe – yo no puedo decirte que hagas eso – y me sigue sonriendo – cambiamos de turno a las ocho – y me estampa el sello que invalida la salida de Perú, ya estoy en Perú de nuevo, Andrea en Ecuador y la furgo en ninguno de los dos.
Va a tocar esperar cuatro horitas para el siguiente intento. Lo hacemos en el lado peruano, así no somos muy vistos.
Ya de vuelta a la sede ecuatoriana respiro varias veces antes de salir de la furgo, camino lento hasta la puerta de la oficina y miro desde fuera. El gafas cabrón ya se ha ido, todo son mujeres, entro. Me voy derecho a la ventanilla del lado peruano,
- Buenas noches – le digo mientras le entrego el boleto invalidado – está invalidado porque se me olvidó una cámara de fotos en Máncora y tuve que volver antes de acabar la entrada. 
Mira el boleto, coge el pasaporte, lo abre por la página de la foto, me mira, mira a la compañera ecuatoriana.
- Este pasaporte caduca en agosto, no tiene los seis meses de vigencia, le vais a dejar entrar?
Noooooooooooo, me dan ganas de desmayarme ahí mismo. Me devuelve el pasaporte.
- Si ellos te dejan entrar yo te pongo el sello de salida de Perú, pero no te van a dejar.
Mi cara es un poema, me voy a la ventanilla de Ecuador donde su rubia funcionaria ya me va diciendo que no con la cabeza, se lo ruego, niega, se lo pido por favor, niega, ya le pido explicaciones, se empieza a cansar y arranca una hoja que tiene pegada en la ventanilla y me la da,
- Ahí están las normas donde lo dice y sino en el cartel de la entrada – leo el papel y no lo pone, me voy al cartel y tampoco.
En ese momento se abre la puerta y asoma Andrea, con la mirada la expulso de la sala. Vuelvo a la ventanilla.
- Eso no lo pone en ningún sitio.
- Pues son las normas aunque no aparezca ahí.
- Por favor, que son 1300km a lima – creo que la ha dado algo de pena, ha mirado a la compañera – por favor, que yo tuve una novia ecuatoriana y no me quiso traer, y desde entonces siempre he querido venir – está sonriendo.
- Que traidora, y porque no lo trajo, no le quería a usted?
- Siii, pero bueno no se dio. Ella es de Manabí, me han dicho que allí las playas y la comida son estupendas. 
- Mi supervisora es manabita – y mira a su compañera. Es una chica guapísima, nos sonreímos. Le pongo cara de cordero degollado.
- Por favor no me hagas hacer el camino hasta lima, es muy lejos, Cuenca está aquí al lado – sigo con mi carita de pena.
- Hay alguna manera de dejarle pasar? – le pregunta a la jefa, yo con la mirada le digo todo.
- Usted se compromete a ir a renovar antes de salir de Ecuador.
- Siiii, por supuesto, si hay que firmar un documento lo firmo, por favor, que guapas son ustedes.
- Vaya a la ventanilla peruana y que le pongan el sello de salida.
Me dan ganas de besarlas, de agradecimiento y porque son bonitas de verdad. La peruana me estampa el sello sin problema. Le doy mi pasaporte a la rubia ecuatoriana y la sonrío con agradecimiento, pone el sello y me desea feliz viaje. Y por fin se abren las puertas del paraíso.


¡Mi madrileño!

¡Bella historia de amor!

Allá por el año 2001, se cuenta: que una chiquilla desgarbada, pero sencilla, iba en busca de 10 personas para hacer cuadros, y daba una cierta cantidad cada mes a cada persona, es decir, era una banquera. Por favor, no confundir con empleados de banca. Que podría ser considerada una Emilio Botín. ¡La chiquilla ya prometía!

En uno de esos cobros a sus clientes, a una Sra., llamada, Rosita, que es mi hermana, y que tiene una boca que endulza a las fieras, me dedicó unas bellas frases desde el salón, que omitimos por sensibilidad horaria. Refiriéndose, que tardaba duchándome más que una mujer.

Salí al salón y vi a mi hermana, hablando. La salude y seguí con lo mío. No  llamó mi atención su amiga, pero me fije como iba vestida. Vestía  una camiseta de color blanca que le llegaba hasta las rodillas y en chanclas, además, despeinada.

Luego, por la tarde fui a la casa de la negrita, para que le llevará unas cosas a mis hermanas a España. Y aprovechó, para invitarme a su despedida, porque iba a salir del país. Yo acepte la invitación.

Por la noche, llegué a  casa de la negrita  y ésta me presentó a toda su familia al completo. A la negrita, le gusté porque soy un tío enrollado y cariño.

Cuando me despedí de la reunión le dije a la negrita: “Nos vemos en España”. ¡Así de cabronazo soy, que le vamos hacer!

Estando ya los dos en España, surgió el flechazo por ambas partes.

Mis hermanas les dan las gracias a la negrita por haberles quitado una responsabilidad, ya que dicen que la negrita, es como mi madre, Benedicta. Ya que mi madre, es la única que soporta mis tonterías.

-Dice la negrita: Ángel, es para mí, mi calma y la tormenta a la vez. ¿Pero aun no sé por qué lo amo?
Dicen que cuando no sabes por qué estás con una persona, que eso es amor y el resto es tonterías. Pues yo te amo, Ángel, con independencia de los dos maravillosos hijos que tenemos.

Ángel, responde: ¡Debo de reconocer que las mujeres me vuelven loco! Es mi defecto, tengo otros defectos, pero éste es el que más saca de quicio a mi negrita. 

¡Se monta unos culebrones!, Que ni yo me entero, de que soy el protagonista de ese bello aren de mujeres, que mi negrita, dice que tengo.

Sin embargo, donde esté mi negrita, que se aparten las otras. 
Porque me enamoró su sencillez, y la amo, a pesar de sus celos. porque  entiendo el por qué de ellos. Y “es que se ha conseguido un yogurín”.

Pues bien, señores, ¡A comer! Que ya tengo ganas de llevarme a mi mujer.

Gracias por compartir estos momentos inolvidables con nosotros.