CUENTO
DÉCIMOQUINTO: Las equivocaciones.
Paulina aprendía el dibujo, y su papá le
dio una estampita para que la copiase. La estampa representaba una casita, y la
niña la dibujo tan mal, que todos los que la vieron se echaron a reír. Entonces
Paulina, muy desconsolada, empezó a llorar a lágrima viva.
-¿Por
qué lloras?-le pregunto su papá.
-Porque
me he equivocado-dijo la niña, -y no lo he hecho bien.
-No
llores por eso-dijo el papá sonriendo:-procura hacerlo mejor otra vez, y no te
desanimes nunca, porque así es como se aprenden todas las cosas.
Desde
aquel día Paulina buscó el medio de hacerlo mejor; se fijó bien en todos los
rasgos del dibujo, y llegó a aprender perfectamente.
¿Empiezas
una obra?
Nunca
te arredres por más dificultades que en ella encuentres. Todo se alcanza a
fuerza de trabajo y de constancia. Solo es cuestión de encontrar el buen
consejo y no el juzgador de tu obra de la vida.
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