viernes, 26 de julio de 2013

Parte de la vida I-El individuo-La familia: Lucas el ciego.


 

        Ved ahí cuán triste es la historia del ciego Lucas, ese pobre viejo que anda, a lo mejor, sin lazarillo y sin perro por las calles.

        Muchos años atrás, muchos, pues pasa ahora de los sesenta, erase un muchacho como vosotros.

        Pertenecía a una de las casas más ricas del lugarejo próximo.

        Tenía el entonces Luquitas, una abuela, anciana respetable, bondadosa si las hay entre todas las abuelas que adoran a sus nietos; pero la buena señora, por su mucha edad, caminaba penosamente y de poco le servía el báculo. Había menester de un brazo en qué apoyarse.

        A Luquitas le encargaba su papá, muchas veces, que acompañara a la abuela a dar un paseo: no sólo porque aquél tenía ocupaciones urgentes, sino para corregir un defecto reprensivo en su hijo.

        Y sí lo era; reprensible y muy feo.

        Obedecía refunfuñando y hacía, de muy mala gana, aquella obra tan hermosa de prestar fuerza a la ancianidad, de darle un reflejo de nuestras alegrías, que es como darle un rayito de sol.

        Los viejos, niños míos, tienen tristezas y desconsuelos que vosotros no conocéis, y le alegran los juegos inconscientes, las risas locas de los niños.

        Por otra parte, pocos son los abuelos que no quieren a sus nietos, con pasión más grande de lo que quisieron a sus propios hijos.

        Y os digo esto, para que comprendáis cuánto respeto y cariño debéis al viejecito de la casa.

Pues bien, volviendo al ciego Lucas, ocurrió un día que, paseando por los alrededores de la quinta, dejó abandonada a su abuela, y se puso a corretear.

        -¡Muchacho ven acá!- decía la anciana adelantando un paso tras otro, penosamente.

        Lucas no hacía caso.

        -Luquitas, hijo mío, no corras así que puedes caerte-continuaba la pobre vieja con ternura.

        Pero no fue Lucas quién perdió el equilibrio, sino la anciana.

        Como veía poco, se enredó con una zarza próxima al camino, y dio de bruces.

        Hubo necesidad de que acudieran los de casa y la transportasen en una silla. El resultado fue que la abuelita no pudiera moverse libremente, en el año escaso que le resto de existencia.

        Y ved ahora que ese ciego, que antes tenía unos ojos muy grandes y abiertos, como los tenéis vosotros, y no quería sustentar la endeblez de su abuela, necesita, para ir de acá para allá, que le guíe un lazarillo, otro pequeño como él lo era entonces.

        Y ved también que era rico y hoy es pobre, y no puede pagar lazarillo que le acompañe.

        ¿Queréis saber la causa de sus desdichas? Os la diré:

        Su falta de amor al trabajo le hicieron perder cuanto poseía, y sus vicios le ocasionaron la ceguera.

        ¡Cuánto sufre hoy el pobre Lucas, y cuán arrepentido debe de estar de la conducta que observó con su infeliz abuela!

        Porque el viejo, viejo y achacoso, necesita quien le guíe y sostenga, como su abuelita necesitaba de él, cuando Lucas era Luquillas. Luego debemos prestar todas nuestras fuerzas a los abuelitos: lo uno, por sus años, que más tarde tendremos nosotros, y además porque, amándoles entrañablemente, correspondemos a los sacrificios que por nosotros hacen nuestros padres.

        El niño debe querer y respetar a su abuelo, que le consagra ternura de niño grande.

        Los abuelos han sido nuestro sostén cuando nosotros éramos débiles: justo es que les prestemos nuestras fuerzas cuando necesitan de nuestro apoyo.

        Preceptos morales:

        ¿Qué sabemos del ciego Lucas?

        ¿Qué conducta observaba con su abuelita? ¿Qué otros defectos tenía?

        ¿Qué desgracia ocasionó el proceder del niño Lucas?

        ¿Faltaba gravemente este muchacho? ¿Por qué?

        ¿Cuál es hoy la situación de Lucas? ¿Por qué causa? ¿Debe sentir remordimiento?

        Lenguaje:

        ¿Historia? ¿Lo contrario de historia?

        ¿Lazarillo?

        ¿Lugarejo?

        ¿Nieto? ¿Lo contrario de nieto?

        ¿Báculo?

        ¿Urgente?

        ¿Refunfuñar?

        ¿Quinta?

        ¿Endeblez?

        ¿Achaque?

        ¿Achacoso?

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