lunes, 15 de julio de 2013

CUENTO DÉCIMOCUARTO: Las peras verdes.



        En el huerto de Adelina había un hermoso árbol cargado de peras que todavía estaban sin madurar. Adelina preguntaba todos los días a su papá:

-¿Cuándo estarán maduras estas peras?

-Ten paciencia-le decía su papá;-cuando estén en su punto, las comerás.

Un día que su papá había salido de casa entró Adelina en el huerto, y, no pudiendo resistir la tentación, empezó a comer peras hasta que ya no pudo más.

Caro pagó su golosina, porque al poco tiempo fue presa de dolores de vientre fortísimos, cayó gravemente enferma, y tuvo necesidad de  estar un mes entero en la cama.

Cuando al fin se puso buena, le dijeron sus papás:

-El médico asegura que has estado a un paso de la muerte por tu glotonería.

Es triste desgracia ser esclavo de los infieles; pero es desgracia mayor ser esclavo de su vientre. Por ese motivo la necesidad de esperar es fundamental. No hay prisa.




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