jueves, 11 de julio de 2013

CUENTO PRIMERO: Un hermoso vaso de porcelana.



        En casa de Rosita,  y sobre el velador de la sala, había un vaso de porcelana muy hermoso y de gran valor, pues era de trabajo finísimo. Lo había comprado el papá de Rosita, pagando por el muchísimo dinero.

La mamá decía siempre a Rosita: Las niñas deben ver, pero no tocar. La niña era poco obediente, y nunca pudo acostumbrarse a dejar las cosas en su sitio.

Un día entró en la sala en ocasión en que su mamá y su papá estaban fuera. Cogió el precioso vaso de porcelana; pero pesaba mucho, y, resbalándose de sus manos, cayó al suelo y se rompió.

Rosita empezó a llorar. Llegaron sus papás, y la riñeron mucho. El papá tenía pensado comprar a Rosa una bonita muñeca; pero, en castigo, se quedó sin ella. De este modo aprendió la niña que las cosas se deben ver, pero no tocar.

Prudentes, escarmentad en la pobre niña Rosita, y en su sitio cada cosa, ¡Oh niñas!, siempre dejad las cosas tal cual. El respeto es algo íntimo y sagrado de cada persona.

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