Amparito
es muy madrugadora. Su mamá la ha acostumbrado a acostarse tempranito y a
madrugar, porque esto da salud y buen humor.
En
cuanto su mamá la llama se levanta, sin hacerse la dormida ni quejarse, porque
sabe que eso no está bien hecho y que sólo lo hacen las niñas holgazanas. Al
abrir los ojos ve a su lado a su cariñosa mamá, que la mira sonriendo.
Entonces la niña dice: ¡Buenos días,
mamá! Alza la cabeza, besa a su mamita, y ésta la besa a ella también.
Entonces Amparito se arrodilla en la
camita frente a la imagen de la Virgen del Carmen, pidiendo salud y alegría
para sus padres y para todos sus parientes y amigos. Da gracias a Dios por
haberle permitido ver un nuevo día; reza con las manos juntas, con devoción y
recogimiento, porque sabe que se dirige al mismo Dios; habla con el corazón
porque sabe que Dios penetra nuestros más ocultos pensamientos. Le da gracias
por los beneficios recibidos, porque sabe que todos vienen de él.
Dios
es bueno infinitamente bueno; es padre cariñoso de tosas las criaturas; y oye
la plegaria de la niña que eleva hacia él su corazón.
Dios
lo ve todo, lo sabe todo, y para él nada es imposible. Puede hacer que del mal
nazca el bien, y cambiar el llanto en alegría. Dios quiere mucho a las personas
que son buenos, dóciles y obedientes; prodiga beneficios sobre ellos y sobre
sus padres, les da fuerza para resistir el dolor en los días de desgracia, y
está a su lado en las horas de alegría.
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