lunes, 8 de julio de 2013

El jorobado.



Amparito era todavía muy pequeña. Un día, cuando, yendo de paseo con su mamá, vio un jorobado tan bajo de estatura, que era aún más pequeño que ella.

Amparito empezó a reír con la irreflexión de sus pocos años. Pero la mamá no quiso consentir aquella falta, y le dijo muy seria:

-No está bien, Amparito, reírse de los desafortunados. Si tú hubieses nacido con alguna imperfección, ¿Te gustaría que los demás se burlasen delante de ti o en su ausencia?

-NO, mamá-respondió la niña.

-Pues bien-repuso la mamá;-no hagas a los otros lo que no quieras que hagan contigo-.

-¡Pero yo no tengo aquella imperfección!

¿Y es mérito tuyo el no tenerla? 
Di: ¿Quién ha creado a aquel pobrecito jorobado?

-Dios, también.

-¿De modo que es obra de Dios como tú? ¿Y te atreves a burlarte de las obras del Señor? Piensa que él ha creado a los infelices con el fin de que nosotros podamos ejercer con ellos la piedad y la caridad. Él es quien hace feos a los unos y hermosos a los otros. Dice al feo: <<Tú sufrirás mucho por tu desgracia; pero ella te servirá de merecimiento par el Cielo>>.

        Dice al hermoso: <<Te doy salud y belleza a fin de que puedas remediar con tus palabras y tus obras la desgracia de tus semejantes; así merecerás el Cielo. Dios hace al uno rico y al otro pobre.

        Dice al pobre: <<Carecerás de recursos, pero serás agradable a los ojos de Dios>>.

        Dice al rico: <<Te doy abundancia de todo; pero si quieres merecer, debes dar parte de tus bienes a tus hermanos pobres>>.

        Dice a Amparito: El hombre destruye lo que Dios creó perfecto.  Porque la conducta del hombre frente a la naturaleza es de destrucción y no quiere darse cuenta de que esta destruyéndose así mismo. La falta de conocimiento por él pobre, es lo que hace que el hombre sea pobre y se vea frustrado para comenzar, cambiar y parar. Con el conocimiento el hombre es capaz de conseguir, conservar y mejorar cualquier trabajo, que es el dato estable del ser humano, porque tenemos que alimentarnos en esta sociedad que hemos creado, donde todo tiene un precio para sobrevivir solos o en familia.

        
Pero por bondad, generosidad, caridad, estamos en la obligación por humanidad en ayudar a los más débiles.

        Desde aquel momento Amparito aprendió a no reírse más de los desafortunados, que en vez de burlarse merecen la compasión y el apoyo de sus semejantes.

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