Amparito
era todavía muy pequeña. Un día, cuando, yendo de paseo con su mamá, vio un
jorobado tan bajo de estatura, que era aún más pequeño que ella.
Amparito
empezó a reír con la irreflexión de sus pocos años. Pero la mamá no quiso
consentir aquella falta, y le dijo muy seria:
-No
está bien, Amparito, reírse de los desafortunados. Si tú hubieses nacido con
alguna imperfección, ¿Te gustaría que los demás se burlasen delante de ti o en
su ausencia?
-NO,
mamá-respondió la niña.
-Pues
bien-repuso la mamá;-no hagas a los otros lo que no quieras que hagan contigo-.
-¡Pero
yo no tengo aquella imperfección!
¿Y
es mérito tuyo el no tenerla?
Di: ¿Quién ha creado a aquel pobrecito jorobado?
Di: ¿Quién ha creado a aquel pobrecito jorobado?
-Dios, también.
-¿De
modo que es obra de Dios como tú? ¿Y te atreves a burlarte de las obras del
Señor? Piensa que él ha creado a los infelices con el fin de que nosotros
podamos ejercer con ellos la piedad y la caridad. Él es quien hace feos a los
unos y hermosos a los otros. Dice al feo: <<Tú sufrirás mucho por tu
desgracia; pero ella te servirá de merecimiento par el Cielo>>.
Dice al hermoso: <<Te doy salud y
belleza a fin de que puedas remediar con tus palabras y tus obras la desgracia
de tus semejantes; así merecerás el Cielo. Dios hace al uno rico y al otro
pobre.
Dice al pobre: <<Carecerás de
recursos, pero serás agradable a los ojos de Dios>>.
Dice al rico: <<Te doy abundancia
de todo; pero si quieres merecer, debes dar parte de tus bienes a tus hermanos
pobres>>.
Dice a Amparito: El hombre destruye lo
que Dios creó perfecto. Porque la
conducta del hombre frente a la naturaleza es de destrucción y no quiere darse
cuenta de que esta destruyéndose así mismo. La falta de conocimiento por él
pobre, es lo que hace que el hombre sea pobre y se vea frustrado para comenzar,
cambiar y parar. Con el conocimiento el hombre es capaz de conseguir, conservar
y mejorar cualquier trabajo, que es el dato estable del ser humano, porque
tenemos que alimentarnos en esta sociedad que hemos creado, donde todo tiene un
precio para sobrevivir solos o en familia.
Pero por bondad, generosidad, caridad, estamos en la obligación por humanidad en ayudar a los más débiles.
Desde aquel momento Amparito aprendió a
no reírse más de los desafortunados, que en vez de burlarse merecen la
compasión y el apoyo de sus semejantes.
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