lunes, 15 de julio de 2013

CUENTO QUINTO: Luisito rompe un cuchillo de marfil.



Luisito había roto un hermoso cuchillo de marfil que tenía su padre para cortar las hojas de los libros nuevos. Luisito lo cogió para jugar, lo dejó caer al suelo, y lo partió en dos. Nadie le había visto. No dijo una palabra, y volvió a colocar el cuchillo de marfil en la escribanía, como si tal cosa hubiera sucedido.

Pasaron los días, y nadie sospechaba la fechoría de Luisito, más el corazón de éste había perdido la calma. Si veía enfadado a su papá, creía que había descubierto el desastre; si le sentía venir, temía que fuese para castigarle; y si le oía hablar en alta voz, le latía el corazón con violencia. Vivía en continuo temor.

Un día entró el papá en casa diciendo:

-He encontrado roto…

El niño se ruborizo,  cayó de rodillas, y dijo temblando:

-¡Perdóneme, papá; lo he roto yo!

-¡Cómo! ¿Has roto tú el canalillo del jardín? ¡Yo creí que había sido el agua!

-No, papá; lo que yo he roto es el cuchillo de marfil.

-¡Ah, bribón!- contestó el padre.-Yo no sabía nada, y tú mismo, sin quererlo, has confesado tu delito. Te perdono, porque bastante castigado estás con el miedo en que has vivido tantos días. Pero no olvides el proverbio: <<Quien lo hace la paga>>.

Es censor tan severo nuestra conciencia, que apelamos en vano su sentencia; Juez y testigo, nos acusan y aplica justo castigo.



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