lunes, 22 de julio de 2013

Parte de la vida III-El grupo: El tesoro de Jacinto.



        Enrique y Jacintín eran dos buenos amiguitos. Pasaban juntos casi todas las horas del día, y tanta confianza reinaba, además, entre sus padres, que habían convertido en jardín común los huertos respectivos, derribando la tapia medianera.

Estaban, en verdad, tan unidas las dos familias, que regalo que se hacía Enrique, regalo que llegaba a Jacintín; tantos juguetes al uno como al otro; mimo para éste, mimo para aquél.

Tenían, mes arriba, mes abajo, la misma edad y dijérase que eran hermanos; éranlo, en efecto, sino por parentesco, espiritualmente.

Pero si los padres y deudos los confundían en el efecto, en el carácter bien se diferenciaban los dos muchachos. Era dulce y sencillo Jacintín; era turbulento e imperioso Enrique; no obstante lo cual, ¡Ved la rareza!, no reñían nunca.

Otra cosa llamaba la atención en ellos: en las festividades, en cualquier solemnidad, percibían, por partes iguales, las moneditas, que sus padres les regalaban. Enrique gastaba todo el caudal en golosinas y tonterías, y cuando Jacintín quería hacerse el espléndido, deteníale su amigo con un gesto desdeñoso, diciéndole:

Yo soy el viejo y tú, el joven: no puedo permitir que pagues.

Sonreíase Jacintín, y, acariciando la moneda pronta a escurrirse entre sus dedos contestaba afablemente:

-Bueno, alguna vez me tocará a mí.

Pasó el tiempo. Los dos muchachos eran ya mozalbetes y seguían, a la par, su carrera con estudios similares.

Su carácter había variado apenas, sobre todo en  cuanto a la esplendidez del uno y a la modestia del otro. Jacinto procuraba no gastar sino lo necesario; Enrique diríase que tenía las  manos agujereadas.

Llegó un día en que Jacinto vio muy triste a Enrique. Como se querían mucho, no tardó el último en declarar su pesadumbre.

Casualmente, dijo he escuchado una conversación entre mi padre y mi madre. Estamos arruinados. Se ha de pagar una cantidad crecida, y faltan una cantidad importante.

-Pues yo se lo diré a mi padre, y los dará esa cantidad.

-Es que ocurre que ya tiene el mío todo lo que puede dar el tuyo, y sigue haciendo falta.

-Yo guardo un rinconcito; vamos a contarlo. En su habitación, tenía Jacinto una cajita muy  hermosa,  cerrada con llave; en la tapa había una hendedura por donde echaba el dinero.

-Desde que me la regaló mi cariñoso abuelo, diciéndome que conservase en ella mis ahorrillos, no la he abierto jamás. La primera moneda él me la dio, y recuerdo que era una de oro.

Y efectivamente, en aquel rinconcito, como había dicho Jacintín, hallaron más de lo que necesitaba el padre de Enrique. Éste abrazó a su amigo emocionado.

-¿Cómo podré recompensarte? Pregunto.

-Nada me debes-repuso Jacinto.-Estos ahorros son tuyos y míos; pues mientras tú has pagado por mí durante diez años, yo he podido, cómodamente, hacer la hucha. Y ahora mi abuelo estará contento y me bendecirá, porque ha dado frutos su consejo y no he podido hacer mejor uso de su regalo.

Debemos ahorrar para salir, en momento difícil de un apuro inesperado.

Quien no malgasta, ahorra; quien ahorra, va labrando fortuna.

¿Cómo vivían Enrique y Jacinto?-Y ¿Los padres de ambos?

¿Qué carácter tenía uno y otro?-¿Cómo procedían?

¿Conservaron la amistad mucho tiempo?

¿Qué revelación hizo un día Enrique a su amigo?-¿Cómo procedió Jacinto?

Discurrid sobre lo hecho por Jacinto.

Discurrid sobre el carácter de uno y de otro.

¿Qué preceptos debemos recordar para poder hallarnos en el caso de Jacinto?

¿Qué es una tapia?

¿Medianera?

¿Parentesco espiritual?

¿Turbulento?

¿Lo contrario de turbulento?

¿Imperioso?

¿Percibir?

¿Afable?

¿Estudios similares?

¿Tener las manos agujereadas?

¿Guardar un rinconcito?

¿Emoción…emocionado?

¿Hacer la hucha?

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