Antes
de sentarse a la mesa, Amparito se lava cuidadosamente las manos; luego se
sienta en su sitio, se deja poner la servilleta, y está quietecita y
silenciosa, con las manos sobre la mesa, pero sin apoyar en ella los codos.
No busca sobre la mesa cosa alguna,
porque eso es de niñas mal educadas.
Se contenta con lo que le dan, y nunca
dice: quiero eso, o quiero aquello, y mucho menos: me gusta esto o me
gusta aquello.
Come sin precipitación; no se ensucia
las manos, la cara ni el vestido; tiene el tenedor y la cuchara al lado del
plato; no pone nunca el tenedor con las puntas en alto, porque podría
pincharse; no hace rechinar el plato rascándole con la punta del tenedor o del
cuchillo; no coge la servilleta sino cuando hay necesidad; nunca hace uso del cuchillo
sin permiso de la mamá o del papá; no se limpia nunca los dientes con las uñas,
ni con el tenedor, ni con el cuchillo. El cuchillo no debe acercarse a la boca.
Amparito no toma nunca bocados demasiado
grandes, ni se llena la boca, lo cual, además de ser feo, la expondría a
ahogarse. Antes de beber se limpia los labios con la servilleta. Después de
beber coloca nuevamente la copa sobre la mesa. Cuida de no verter agua ni vino
sobre su vestido o sobre el mantel.
Comiendo o bebiendo, Amparito no hace
ningún ruido con la boca; nunca coge comida del plato con los dedos; no disputa
en la mesa; no arroja los huesecillos ni los demás desperdicios por el suelo o
sobre el mantel, sino que los recoge en un lado del plato; no se encorva sobre
el plato, sino que se mantiene derecha
en la silla; no desmigaja el pan, ni hace pelotillas con la miga, ni lo desperdicia de ningún modo; ni
come sólo la corteza porque le guste más, que eso sería golosina; tampoco
come sólo la miga ahuecando el pan, lo cual sería glotonería;
no lame nunca el plato ni se chupa los dedos, porque eso no lo hacen las niñas
limpias. Cuando ha concluido la comida, Amparito no se levanta como no le den
su permiso el papá o la mamá. Después pregunta cariñosamente al papá y a la
mamá si han comido bien, y les da un beso. Cuando todos se han levantado de la
mesa, la buena Amparito se lava las manos y recoge del mantel las miguitas;
después va al jardín y las esparce para los pajaritos. Estos que ya lo saben,
acuden todos los días a aquella hora, y dan gracias con sus trinos a su pequeña
bienhechora.
Cuando sales de tu cultura y emerges a
una nueva forma de ver las vivencias de un pueblo, tienes que en parte ser
parte de aquella nueva cultura que te ha adoptado. Sin perder los valores más
importantes, pero sin ofender a la nueva cultura que estas conociendo en sus
formas de convivencia. Dentro de tu casa, seguirás trabajando en todos estos
principios, pero cuando salgas a convivir con la cultura que te ha adoptado,
tendrás que ser inteligente para no ofender su forma de vivir y convivir en su
sociedad. Tendrás que comportarte de acuerdo a sus costumbres sin llegar a
perder lo que es bueno para ti. Quizá
aportes esos valores que tienes y que ellos te aporten otros de los que
careces. Entonces, serás doblemente conocedora de mundos. Eso te convierte en
mayor libertad de pensamiento.
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