viernes, 26 de julio de 2013

¡En Nochebuena se deberían olvidar y perdonar todos los agravios!

Parte de la vida I-El individuo-La familia: Nochebuena feliz.

¿Qué tiene Adolfito tan enfadado y hosco?

Hace más de una hora que se halla en aquel rincón, casi en cuclillas, fruncido el ceño.

Atareada la madre, no se había fijado aún, y no era extraño, porque ¡válganos con el tráfago de aquel día!

Como que en aquella casa congregábanse, en torno de la mesa, todos los parientes la Nochebuena, y erase allí, verdaderamente, noche solemne de paz y de amor.

Una de las veces que la madre pasaba dando órdenes, reparó en el niño y se detuvo:

-¿Qué tienes? Preguntó a Adolfo.-¿Te has peleado con tus primitas?

-No, mamá-repuso el niño.- ¿Sabes lo que ocurre? Que yo no cenaré esta noche.

-¿Cómo, hijo mío? ¿Te ha castigado papá?

-No, mamá; pero yo no probaré bocado, porque el abuelito no lo probará tampoco.

-Pues, ¿Qué le pasa? Este mediodía estaba muy bien.

-Ya sabe, mamá, que el abuelito suele estar triste porque papá y el tío Anselmo no son amigos. Pero hoy lo está mucho más porque el tío, la tía y su Merceditas no cenarán con nosotros, y siempre habían celebrado la Nochebuena en esta casa. Yo también estoy muy triste, mamá. ¿Por qué no son amigos papá y el tío Anselmo?

-¡Hijo de mi corazón!-exclamó la madre conmovida.- ¡Si papá te hubiera oído! Pero no, no digas nada a papá ni al abuelo, tampoco. Anda, ve corriendo a casa del tío Anselmo y di que papá les espera a todos para cenar. Tú te vienes con ellos.

Adolfo echó a correr como pájaro al que sueltan las alas.

Llegado el momento de la cena, todos los parientes se hallaban reunidos, menos el tío Anselmo y su familia.

El abuelo que estaba meditabundo, preguntó de repente, encarándose con su hijo:

-¿Dónde está el niño? ¿Le has castigado?

En esto, se abrió la puerta y penetraron Anselmo y los suyos; aquél llevando a Adolfo de la mano.

-¡Abuelito! – gritó el niño- te traigo al tío Anselmo. Papá ya le quiere. ¿Verdad, papá?

El padre, emocionado, se adelantó, alargó la mano a su hermano y besó amorosamente al buen Adolfo. Y el abuelo, al ver la inesperada reconciliación de sus dos hijos, con voz sofocada por la emoción, les dijo estas palabras:

-En este día, se deben olvidar y perdonar todos los agravios. Era la primera vez que en esta casa no se hacía así, y yo me habría muerto de pena. Hijos míos, no olvidéis nunca estas palabras de Jesús:

<<Amaos los unos a los otros.>>

La bondad de corazón triunfa de todos los obstáculos: sed siempre buenos.

Debemos amar a nuestros semejantes, y, singularmente, a nuestros parientes y allegados.




Preceptos morales:

¿Qué iba a celebrar esta familia?

¿Cómo celebraban la Nochebuena?

¿Quién estaba acongojado? ¿Por qué?

¿Cómo se supo la pesadumbre del abuelo? ¿Era justificado su pesar? ¿Por qué lo era?

¿Cómo hicieron las paces el papá de Adolfo y su hermano Anselmo?

¿Qué les dijo el buen abuelo?

¿Obro bien la madre de Adolfo? ¿Por qué, si?

Lenguaje:

¿Hosco?

¿Estar en cuclillas?

¿Congregarse? ¿Lo contrario de congregarse?

¿Qué es la Nochebuena?

¿No probar bocado?

¿Meditar…meditabundo?

¿Lo contrario de olvidar?

¿Olvidadizo?

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