-
Ofrecer opciones a la persona usuaria para que sea
ella quién tome las decisiones sobre cada asunto que tenga que resolver,
cuidando de no imponer opiniones ni valores del propio profesional y procurando
adaptarse a sus hábitos cotidianos y a los cambios que puedan ser precisos.
-
Respetar la independencia. Adaptarse a sus
necesidades, consensuando con la persona usuaria para no imponer horarios o
actividades; dejándoles todo el tiempo que necesiten y respetando sus ritmos,
en la medida de lo posible. Asimismo, se deben respetar sus gustos y
costumbres.
-
Fomentar la autonomía propia y respetar el derecho
a la autodeterminación permitiendo que, en la medida de lo posible, decidan
cómo quieren que se hagan las cosas y en qué momento, sin olvidar que no se
debe ofender su dignidad personal.
-
Respetar su individualidad y privacidad. Respetar
su forma particular de ser y sentir, así como sus espacios personales de privacidad.
Solicitar permiso antes de acceder a su espacio, a sus pertenencias o a las
tareas, ya que hay que tener en consideración en todo momento su intimidad. No
comentar circunstancias personales y situaciones de la persona usuaria delante de otras personas,
actuando con respeto a su intimidad física y personal y guardando siempre el
secreto profesional. No inmiscuirse en
sus relaciones familiares; en este ámbito, no opinar ni tomar partido. La
relación con la persona usuaria debe ser profesional.
-
Respetar su inteligencia y experiencia. Emplear
tiempo con la persona usuaria y darle la oportunidad de expresarse. Tener
comprensión y ser tolerante, sin regañarle ni avergonzarle.
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