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Facilitar la comunicación. Puede tener
limitaciones sociales o culturales para relacionarse y comunicarse con otras
personas usuarias, por lo que debemos mostrarnos comunicativos y afables con la
persona, explicándole antes qué es lo que se va hacer, cómo y su finalidad. Ser
afectuosos no debe consistir en adoptar un tono de lenguaje infantil.
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Ser positivos. Ayudarles a ver las cosas de forma
positiva aunque la persona usuaria sienta soledad, tristeza, depresión o
ansiedad, manteniendo el buen humor e incluso siendo capaz de reír con ella.
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Crear un ambiente de confianza que facilite el que
expresen lo que les aflige, inquieta o preocupa, evitando que se aíslen. Sin
embargo, se debe tener en cuenta que un ambiente de confianza no cosiste en
contarle situaciones o problemas personales, pues puede afectarles haciéndoles
sentir mal y añadiéndoles problemas a su vida.
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Personalización
de la atención. Dirigirse siempre a la persona con respeto, llamándole
por su nombre y no tuteándole. Tratarle de USTED y por su nombre, no como uno
más, sino teniendo en cuenta sus hábitos
diarios y gustos personales. Ser flexibles, adaptándose a las necesidades y
ritmos; conocer y tener en cuenta sus deseos.
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