miércoles, 5 de diciembre de 2012

“Vivir en pecado” o “juntarse”.


 

“La cohabitación está reemplazando al matrimonio como la primera experiencia de convivencia para hombres y mujeres jóvenes. Y las personas que viven juntas antes de casarse ponen en peligro su casamiento futuro”.

En este artículo vamos a tratar este fenómeno social de la cohabitación. Solía denominarse “vivir en pecado” o “juntarse”. Hoy se ha reemplazado por los términos más neutrales “convivir” o “cohabitar”. Voy a emplear, para este artículo, el término “cohabitación”, puesto que es la palabra generalmente aceptada en la sociedad y la ley. La cohabitación ha sido descrita como ‘dos personas no relacionadas, de sexos opuestos, que comparten una vivienda en una relación sexualmente íntima sin aprobación legal o religiosa’.

La cohabitación, como estilo de vida, está en aumento. Considere el significante crecimiento de las tasas de cohabitación en las últimas décadas. En 1960 y 1970, alrededor de medio millón de personas convivían. Pero para 1980 el número ya era de 1,5 millones. Para 1990, la cifra era de casi 3 millones. Y, para 2000, la cifra era de casi 5 millones de personas.

Unos investigadores calculan que hoy en día hasta el 50% de estadounidenses cohabitan en alguno que otro momento antes de casarse.

El estereotipo de dos jóvenes sin hijos que viven juntos no es del todo correcto; actualmente, alrededor del 40% de las parejas que cohabitan incluyen niños.

Estados Unidos parece estar cambiando su actitud acerca de la cohabitación. George Barna ha informado que el 60% de los estadounidenses creían que la mejor manera de establecer un matrimonio exitoso era cohabitando antes de casarse.

Otra encuesta halló que dos tercios (66%) de muchachos del cuarto año de la secundaria estaba de acuerdo o casi de acuerdo con la siguiente afirmación: “por lo general, es bueno que una pareja conviva antes de casarse para averiguar si realmente se lleva bien”.

La cohabitación no es lo mismo que el matrimonio. No es reconocida como matrimonio por el Estado. Y los participantes viven juntos porque su propósito es no casarse, al menos por el momento.

Aunque algunos dirán que una pareja que cohabita “está casada a los ojos de Dios”, eso no es cierto. No están casados a los ojos de Dios porque está viviendo en contra de los preceptos bíblicos referentes al matrimonio. Y no están casados a sus propios ojos porque han decidido específicamente no casarse.

La cohabitación está cambiando, sin duda, el paisaje cultural de nuestra sociedad. La proporción de primeros matrimonios precedidos por cohabitación se ha multiplicado por diez en las últimas décadas. Y el creciente número de parejas que cohabitan transmite un mensaje contradictorio a nuestros niños. Por una parte, escuchan a los padres y a los pastores proclamar el valor del matrimonio. Y, por otra parte, ven una sociedad que tolera la cohabitación.

 

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