“La
cohabitación está reemplazando al matrimonio como la primera experiencia de
convivencia para hombres y mujeres jóvenes. Y las personas que viven juntas
antes de casarse ponen en peligro su casamiento futuro”.
En este
artículo vamos a tratar este fenómeno social de la cohabitación. Solía
denominarse “vivir en pecado” o “juntarse”. Hoy se ha reemplazado por los
términos más neutrales “convivir” o “cohabitar”. Voy a emplear, para este
artículo, el término “cohabitación”, puesto que es la palabra generalmente
aceptada en la sociedad y la ley. La cohabitación ha sido descrita como ‘dos
personas no relacionadas, de sexos opuestos, que comparten una vivienda en una
relación sexualmente íntima sin aprobación legal o religiosa’.
La
cohabitación, como estilo de vida, está en aumento. Considere el significante
crecimiento de las tasas de cohabitación en las últimas décadas. En 1960 y
1970, alrededor de medio millón de personas convivían. Pero para 1980 el número
ya era de 1,5 millones. Para 1990, la cifra era de casi 3 millones. Y, para
2000, la cifra era de casi 5 millones de personas.
Unos
investigadores calculan que hoy en día hasta el 50% de estadounidenses
cohabitan en alguno que otro momento antes de casarse.
El
estereotipo de dos jóvenes sin hijos que viven juntos no es del todo correcto;
actualmente, alrededor del 40% de las parejas que cohabitan incluyen niños.
Estados
Unidos parece estar cambiando su actitud acerca de la cohabitación. George
Barna ha informado que el 60% de los estadounidenses creían que la mejor manera
de establecer un matrimonio exitoso era cohabitando antes de casarse.
Otra encuesta
halló que dos tercios (66%) de muchachos del cuarto año de la secundaria estaba
de acuerdo o casi de acuerdo con la siguiente afirmación: “por lo general, es
bueno que una pareja conviva antes de casarse para averiguar si realmente se
lleva bien”.
La
cohabitación no es lo mismo que el matrimonio. No es reconocida como matrimonio
por el Estado. Y los participantes viven juntos porque su propósito es no casarse,
al menos por el momento.
Aunque
algunos dirán que una pareja que cohabita “está casada a los ojos de Dios”, eso
no es cierto. No están casados a los ojos de Dios porque está viviendo en
contra de los preceptos bíblicos referentes al matrimonio. Y no están casados a
sus propios ojos porque han decidido específicamente no casarse.
La
cohabitación está cambiando, sin duda, el paisaje cultural de nuestra sociedad.
La proporción de primeros matrimonios precedidos por cohabitación se ha
multiplicado por diez en las últimas décadas. Y el creciente número de parejas
que cohabitan transmite un mensaje contradictorio a nuestros niños. Por una
parte, escuchan a los padres y a los pastores proclamar el valor del
matrimonio. Y, por otra parte, ven una sociedad que tolera la cohabitación.
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