“Pienso
que deberíamos vivir juntos antes de casarnos para ver si somos compatibles”.
¿Cuántas
veces hemos escuchado esa frase? Sin embargo, muchas de las suposiciones
actuales sobre la convivencia son incorrectas.
Linda
Waite y Maggie Gallagher escribieron conjuntamente The Case for Marriage:
Why Married People Are Happier, Healthier and Better Off Financially [El caso a
favor del matrimonio: Por qué las personas casadas son más felices, más saludables
y están mejor económicamente] El libro no sólo defiende la causa del
matrimonio sino cuestiona también suposiciones actuales acerca de la
cohabitación.
La tesis
del libro es simple. Allá por los ‘50, las reglas eran claras: primero el amor,
luego el matrimonio, y sólo entonces el cochecito de bebé. Pero el “tsunami”
social que arrasó los ’60 cambió todo. La píldora, la revolución sexual, el
orgullo gay, el feminismo, las madres en el trabajo, el divorcio sin culpa y el
aumento de nacimientos ilegítimos cambiaron nuestras opiniones acerca del
matrimonio y la familia.
Las
evidencias para demostrar que el matrimonio es algo bueno. Como dice el
subtítulo del libro, las personas casadas son más felices, tienen mejor salud y
están mejor económicamente.
No
obstante, la sabiduría convencional sugiere que uno debe “probar antes de
comprar”. De hecho, una de las preguntas que se suelen repetir para justificar la
convivencia es: “Usted no compraría un coche sin probarlo antes, ¿no?”. El
problema de este tipo de preguntas y frases hechas es que deshumanizan a la
otra persona. Si decido no comprar un coche (o un par de zapatos, o cualquier
otro objeto inanimado), el coche no se siente rechazado. Cuando uno prueba un
coche, no pone su equipaje personal en el baúl. Y, cuando uno rechaza un modelo
de coche no crea un equipaje emocional que arrastra a la siguiente prueba de
coche. El coche no necesita asesoramiento psicológico para que pueda confiar en
el siguiente comprador de coches. Francamente, probar una relación como se
prueba un coche sólo es positivo si usted es el conductor.
La
investigación ha mostrado que la gente que cohabita tiende a ver el matrimonio
de forma negativa porque involucra asumir nuevas responsabilidades que
contrastan con sus antiguas libertades. Por otra parte, las personas que se
casan después del camino convencional del noviazgo no se sienten constreñidos
por el matrimonio, sino liberados por él.
Considere
el contraste. Una pareja que cohabita tiene casi todo lo que ofrece el
matrimonio (incluyendo el sexo), pero pocas obligaciones y responsabilidades.
Por eso, las personas que cohabitan se sienten atrapadas cuando entran al
matrimonio. Deben asumir grandes responsabilidades nuevas pero no reciben nada
que no tenían antes.
Las
parejas que se casan después del noviazgo experimentan justo lo contrario,
especialmente si mantienen su pureza sexual. El matrimonio es la culminación de
su relación y ofrece la plena profundidad de una relación que han anhelado por
mucho tiempo.
Esto no
quiere decir que la cohabitación garantice un fracaso matrimonial, ni tampoco
que el matrimonio a través de la ruta convencional garantice el éxito
matrimonial. Existen excepciones a esta regla, pero una pareja que cohabita
antes del matrimonio está apostando contra ellos y su futuro matrimonio.
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