lunes, 17 de diciembre de 2012

Las estaciones: podías acercarte al tren o a la locomotora


 

Piensa que forma parte de tu historia ferroviaria. "Lecheritos" había en todas partes, por desgracia nuestra.
Estas descripciones que haces uno revive el ayer... cuando el ferrocarril era eso el ferrocarril...
Es real. Por unos instantes me he trasladado a esos andenes y playas de vías....
Un viaje con el mítico "Granaino" a principios de los 80. Esa historia me fascinó e inspiró para crear mi propio "granaino":
y aquellos ferroviarios, con su indumentaria azul, gorra incluida, que con un martillo de bola y mango muy largo, pasaban todo lo largo del tren dando golpes en las ruedas de aquellos vagones, que iban a partir en 1 o 2 horas, para tratar de adivinar con el sonido del martillazo, alguna fisura en las ruedas.
A todo esto se le sumaba un vapor prominente de los sistemas de calefacción de los vagones, o aquellos pitidos insistentes de los carromatos cargados de maletas o bultos que se depositarían en los furgones de equipajes, o en los vagones de correos, y esa luz amarillenta que despedían los focos de la marquesina.
También se veían los lecheritos, con su mosquetón al hombro, pero a mi esos no me impresionaban, me causaban más respeto los fogoneros y maquinistas que se afanaban en sus locomotoras, aceiteras en ristre, y trapo correspondiente, dando esos últimos toques a su compañera de viaje, al verlos, y sobre todo su sucia cara me causaba respeto.......más bien miedo.
Por cierto lo relatado era en Atocha, lo que hoy es un jardín y su microclima.

La estación de plaza de armas, la de San Bernardo y la de San Jerónimo ya cerrada y todas las estaciones eran preciosas. Lo bonito que tenían antes las estaciones es que podías acercarte al tren o a la locomotora y oir el maravilloso ruido del motor de una ALCO y ese olor. Hoy por desgracia los pasajeros no viajan en tren si no van montados en una cosa muy rápida y no disfrutan del viaje. Por cierto los lecherito hoy son esos puñeteros seguratas que se creen superhombres y cuando vas con tu cámara hacer una fotos te pueden hasta pegar, en cambio si llevas spray para pintar miran para otro sitio.

Tengo entendido que lo del martillazo era para quitar la suciedad de los frenos. Y también y sobre todo para mirar si las cajas estaban calientes.

El golpe era para detectar fisuras en las ruedas por calentamiento, fricción, o golpes.

Entre aquellos buenos y malos había un Ángel, Carmen, la esplendida viuda de un fogonero que murió hace tiempo arrollado por una 030 marcha atrás. Tenía unos ojos incendiarios y unas maneras imposibles que encandilaban a todos cuando iba a por jazmines a la vía sexta. A la hora del café la miraban todos con deseo porque tenía un par de .....razones para ser el centro de atención de todos menos de mi abuela que cuando bajaba con el guiso para las tapas del día tenía un cruce de miradas que cortaba el aire....y previno a mi abuelo de que no le hacía ninguna gracia porque según ella, era una mujer de pasado oscuro, viuda de un hombre mayor, una mala mujer, según el lenguaje de la época aunque a mí nunca me lo pareció porque me traía siempre regaliz zara y chucherías...yo tenía 10 años.....
Paco el camarero, solía decir "yo tengo una mujer como esa y estoy todo el día metió en mi casa..."
Recuerdo que nuestro villano lecherito, que había cambiado el mosquetón de cartuchos de sal por un correaje con placa y esa águila negra tan al uso en esos años... con un pistolón al cinto que le colgaba hasta la rodilla porque ya pertenecía a la Guardia Civil, cualquier cosa...la miraba con pensamientos impublicables y que se quitaba la gorra gris para saludarla antes de tomarse ese café negro que parecía alquitrán.
Yo observaba todo esto mientras merendaba pan con chocolate con uno de esos refrescos de la época kas o mirinda y rápido porque a las 18,30 llegaba el correo de Zafra con el ralenti de la 1600 retumbando por toda la estacion....

Un placer ver plasmadas en imágenes todos esos personajes, anécdotas, paisajes... tan emotivos.

Te acuerdas de esos personajes que aparecían en los cercanías vendiendo-rifando unos paquetes de tabaco, chorizos, décimos de lotería etc., etc., tenían la misma consideración que esa Dama que acabamos de describir, la cual parece que fue un amor platónico para todos aquellos ferroviarios que tuvieron la dicha de conocerla.
Al describir de esa manera tan literaria estos personajes, nuestros personajes, hay mas, porque así podemos transportarnos 50 años atrás.

Nostalgia  de esa patria de cada uno que es la infancia...pero sobre todo soy un amigo del ferrocarril que se hizo en ese mundo mágico de esa irrepetible dama del rio, mi querida estación de Córdoba o plaza de Armas(Sevilla P.A. como ponía en los itinerarios de chapa de aquellos cinco miles...
Compartir vivencias con vosotros ferroviarios del presente que como yo curiosa por aquellos años 50....y me gusta que os guste este pequeño enigma, porque a aquí lo que nos mueve es nuestro amor por el ferrocarril y aquellos años cargados de recuerdos que me han hecho recorrer España conociendo la Renfe.

En esas noches de calor en Sevilla, sin mujer, suegra ni niños (un anticipo del paraíso en la Tierra) me hiere la memoria y la nostalgia como a muchos de vosotros y cargado de recuerdos de todos estos ferroviarios los comparto con vosotros.

También aquellos enigmáticos letreros de aquellos tiempos "prohibido escupir, es obligatorio billete de anden o centro trinitario de orientación a la joven (con dos coj...)
y donde dejáis a los zapadores ferroviarios con sus chapas con locomotoras...POR RAZONES DE HIGIENE SE RUEGA NO ESCUPIR EN LOS COCHES, decían aquellas chapas recubiertas de porcelana blanca.
El Centro Trinitario, otros letreros acoplados al lado de las ventanillas de los coches que decían " ES PELIGROSO ASOMARSE AL EXTERIOR".

Algunas placas de esmalte, además de prohibir escupir, decían:
Prohibido escupir y decir palabras soeces.
Conversaciones con mi jardinero.
Basada en la novela homónima del escritor francés Henri Cueco y dirigida por el reconocido director galo Jean Becker, Conversaciones con mi Jardinero es una conmovedora oda a la amistad que recuerda que la filosofía del hombre común puede transformar la mirada del más experimentado.

A punto de separarse de su esposa y cansado de la exagerada presunción del arte en la capital francesa, un pintor parisino regresa a la casa de su niñez en un pueblo de la Francia profunda, sin saber que se reencontrará allí con un viejo amigo de infancia que tocará a su puerta para solicitarle trabajo en su jardín.

El jardinero es un hombre de campo de hablar castizo, con una mirada peculiar del mundo basada en el sentido común y una simplicidad vital sin mayores pretensiones; es un individuo auténtico, conservador, divertido, trabajador, sensible y desinteresado. Y esa particular sensibilidad y rectitud ante la vida conmueven al pintor contrariado, hasta el punto de replantearse su pintura. Así, y desde el primer encuentro, los dos hombres retoman su antigua amistad que les permite redescubrir el mundo a través de los ojos del otro, aprender de los silencios, los guiños, las miradas; de los diálogos simples pero llenos de sentido, de la complicidad, el arte, la amistad y la naturaleza.

¿Tiene que ver esto con los ferroviarios?!
Bueno, el entrañable jardinero de la película es un ferroviario jubilado.

El sexo, siempre de oídas, y con más años, os relato lo que aquellos veteranos ferroviarios me contaron de unos años que existía una represión muy grande y para tener una aventura tenía que ser siempre en otros lugares, con promesas de matrimonio, con un dicho muy de la época" prometer para meter, porque una vez metió na de lo prometío", nuestros héroes lejos de sus casas y en depósitos y dormitorios tras jornadas de hasta 16 horas y de acompañante de alcoba al fogonero u otro compañero llenos de carbonilla, y con unos indescriptibles olores (se llegaba tan reventado, que se acostaban vestidos...)lo único era esperar al día siguiente en los alrededores del depósito para prometer matrimonio y luego...algunos eran casados o tenían novia, cuestión difícil de comprobar en depósitos como Bobadilla o Mérida a 200 Km de Sevilla...y viceversa.
Cuentan que a un listillo, se le monto la "conquista" que ya sospechaba, en el tren de que remolcaban y en los andenes le monto un sonoro escándalo al ver que lo estaba esperando "la legal"....
Eran turnos de 3 o 5 días, de hombres jóvenes recíen casados o con hijos que bajaban de esas sierras o paramos "más calientes que la cafetera del virginiano "según una conocida serie del Oeste, como me comentaba alguno en su desesperación ya se iba relamiendo en la aguada de Cazalla o en el cambio de maquinas de Utrera. Al final llegaban corriendo con su joven y complaciente esposa a la que no le dolía la cabeza o no había tenido un mal día en la oficina, porque sencillamente no trabajaban y se casaban para eso, lo mismo que ahora......
Otra anécdota que se contaba era como de la caseta de agujas de la calle Torneo, en medio de la nada, el expreso costa de la luz invertía su marcha y si la noche era calurosa y el coche camas era un lx o S3-4 sin aire acondicionado se iba con las ventanas abiertas y alguna viajera ligera de ropa iba tumbada en su departamento sin saber que la estaban viendo desde esa magnífica barandilla que se proyectaba sobre el vagón.....
También cuentan que algunos revisores y empleados de coches camas tenían aventuras con extranjeras, sobre todo en el costa del sol, al que le decían el deseado todo lo contrario que el Algeciras-Ceuta expreso.....
Otro también tuvo una aventura de estas, lo que le relato a su amigo maquinista ya jubilado del Vapor, que le dijo 45 años en la RENFE y no me he comido un pimento, y este gilip....llega y pega, eran otros tiempos....
Todo lo anterior tiene la veracidad de lo que te cuentan y lo que pasaba aquí pasa en todos los trabajos, comunidades de vecinos y demás fiestas de guardar ¿A que si?

Pasando por la estación de Sevilla, esperando el tren dirección Zafra en la cual
también tenia familia ferroviaria, ya que nuestro relator proviene de una extensa familia de ferroviarios de tres generaciones, me envuelve una tremenda melancolía, pues al igual que lecherito otros muchos ya no están
y eso duele, pero no tenemos más remedio que afrontar la realidad, ya que un refrán chino dice:Cuando prevalecen los recuerdos sobre el futuro es un signo evidente de que ha llegado la vejez. Aún nos queda pasar
con lecheritos y con manolito, que por cierto en la estación de Zafra también había un manolito mas bueno que el pan el cual le
dio muchas veces de comer a mi padre, de los lecheritos o la
brigadilla mejor no hablar, ensucian el recuerdo del paisaje.

Cuando llegaba el OMNIBUS de Zafra sobre las 7 de la tarde una vez que había merendado y no había hecho ninguna travesura de importancia, mi abuelo me llevaba a verlo. Casi siempre venia con una Alco 1600, que coincidía con algún ferrobús para Córdoba, a cada lado del andén central. Mi abuelo charlaba con los mozos de andén y demás ferroviarios. A mí siempre me llamaba la atención aquellas luces de cola que llevaban los omnibuses y sobre todo los ferrobuses que eran rojas, pero esta tarde llevaba una luz amarilla (es el otro piloto que va en lo alto del testero de cualquier automotor o coche de viajeros, junto a los dos rojos) ¿Abuelo tú lo sabes?
Se encogía de hombros, pero se oyó una voz grave por detrás: es porque le indica a los ferroviarios que viene detrás otro tren que no está grafiado...que no se espera, algún especial o lanzadera o militar...decía un tipo grueso con bigote y una gorra azul llena de ramas doradas, que yo no había visto nunca…no como los factores o zapadores con la clásica gorra de cúpula roja. Era el jefe de estación.....
Toda una autoridad, ejercía de amo de la estación y en caso de guerra tenía el grado de capitán, ya que los FFCC, estaban militarizados, según escuche más adelante.
Antonio "el nube" por una catarata que tenía en un ojo y que le hacía tener una mirada inquietante...
Como conocía a mi abuelo me enseño su despacho, al que entraban muy pocos, lleno de banderines, libros de ruta, faroles y dos teléfonos uno muy antiguo con caja de madera y dos timbres encima, que era de la línea interior para comunicarse con las casetas de agujas, el removido, mercancías, etc., y que procedía de MZA desde 1933 cuando se enclavo toda la estación con mecanismos hidráulicos.
Vamos a darle salida al ferro de Córdoba....me dijo le acompañe y yo era un tío feliz, mientras íbamos por los andenes ,una vez que la señal de brazo descendió librando la vía, levanto el banderín y sonó su silbato metálico, el tren pito como un perro al que le pisan la cola, ese tren que parecía una lata de sardinas...
Pero yo tenía miedo porque detrás estaba la 1600 a la que le habían quitado los coches y rugía con su ralenti irregular y podía pitar con su terrible silbato doble en cualquier momento, porque no necesitaba autorización.
Vaya ayudante que tienes! le dijo el maquinista, que se suba a hacer la maniobra....la felicidad era completa, aquel monstruo que veía desde abajo ahora yo estaba arriba...es fácil de adivinar la emoción que para un niño de 12 años suponía, pero lo mejor estaba por llegar...
Tira de esa cadena me dijo y sonó el pito que dentro no sonaba tanto, arrancamos y avanzamos lentamente a lo lejos vimos a "lecherito" que había desalojado a los maricas que llenaban el WC, y vimos como se acercaba peligrosamente a la vía porque estaba comiendo con los ojos a nuestra Carmen que estaba cogiendo jazmines en el jardincillo da la vía 6.
Recuerdo que se miraron entre ellos y dijeron AHORA! .le dieron una colosal pitada que lo dejo seco y con la cabeza por debajo los hombros y con un respingo cómico, mi venganza estaba servida, aunque yo no había movido un dedo...Ellos muy profesionales habían cumplido con el reglamento avisar de la presencia del tren....

Al decir que se miraron quiero decir, la pareja de maquinistas auxiliar y titular, al que "lecherito" les había hecho bastantes putadas hace años, lo que no habían olvidado...Al padre de uno de ellos como escuchar años más tarde, que era maquinista en los años del hambre le hizo una trampa al bajar nivel los tanques del agua que iba al 50% mezclada con el aceite de contrabando (straperlo)que subían en los trenes del Puerto de Sevilla que por aquellos años ascendía directamente a la playa de vías...como el aceite no se mezclaba quedaba arriba y el agua entraba por abajo siempre que tuviera un nivel suficiente, pero "lecherito" que era una versión celtibera de aquel malvado Shack de aquella magnifica ferroviaria película el emperador del Norte...,había vaciado hasta el mínimo el nivel, en un descuido, porque no se podía subir a la maquina porque el reglamento lo prohibía, pero lo hizo desde fuera... al entrar en una maniobra para desenganchar el corto tren de 3 coches y furgón se empezó a quemar aceite de oliva ,no agua con lo que la humareda en plena estación estaba servida....delatando al maquinista ¿no se os ha quemado nunca una sartén con aceite? A lo lejos en la caseta de agujas "lecherito" se reía, puede tener gracia si no fuera por las consecuencias para el maquinista, expediente, turno infernales o traslado a depósitos disciplinarios (de castigo) como Guadix con unos inviernos espantosos o Arroyo Malpartida donde había paludismo endémico allí se coincidía también con antiguos ferroviarios republicanos que no tenían delitos de sangre....

Menudos hijos de p............ eran los lecheritos de la época, aquellos desertores del arado, destripaterrones, por suerte las cosas cambian.

Si al maquinista tenía razones para odiar a "lecherito" el auxiliar Enrique no era menos ya que de joven, recuerda los cartuchos de sal que le habían tirado, los temidos "escopeteros" como se conocía a estos guardas jurados, que disparaban estos perdigones, no llevaban armas porque no eran agentes de la autoridad, y cuando te alcanzaban se incrustaban en la piel tardando 2 días en disolverse provocando un escozor horroroso que no se olvidaba fácilmente. Enrique, como tantos hijos de ferroviarios en la dura postguerra, iba a pillar lo que podía por la vía, entre otras la escoria del carbon no quemado, que le decían "el moco" por su forma y color de escaso poder calórico, menos del 15% pero suficiente para calentar algo aquellas ollas del hambre en los años 40...Debía esto de ser un "delito terrible" por el celo que estos escopeteros ponían, porque se apostaban en sitios insospechados.
Otra argucia era poner una capa de cal o yeso blanco en los vagones abiertos que transportaban carbon (Electrotren saco un vagón así)para detectar los hurtos, que cuando se producían ya tenían una lista de candidatos a "la comunión" que era como decían los ferroviarios cuando te llevaban al cuartelillo de la Guardia Civil de San Jerónimo, porque seguro que te daban una hostia, aparte de las que caían por el camino....
Aquella pitada de la 1600 a "lecherito" libero de tanta amargura a nuestros protagonistas; años después, Enrique me dijo que cuando se cruzo con este individuo, porque con el maquinista no se atrevía al ser muy veterano y tenían cierto poder le dijo "ya nos veremos..."diciéndole a las claras que sabía que había sido intencionado....
Con el paso del tiempo al final de los años 70,a lecherito poco antes de jubilarse, una noche lo metieron en un saco para que no pudiera reconocer a nadie y le dieron una paliza de la que estuvo varios días sin levantarse y aunque indago quien pudo ser, lo tenía difícil por la de enemigos que tenia....nunca se supo, lo que fue muy celebrado en la estación....Hacía años que había muerto "Tío Paco" que era como los ferroviarios de izquierda llamaban a Franco y ya nada ere lo que era, ni la Guardia Civil tampoco...
"Lecherito" no era ni bueno ni malo, era un hombre de su tiempo y los había por todos sitios, y que no se puede comprender 50 años después pero en la vida todo el mundo prueba su propia medicina...

 
Mis recuerdos son de antes de los 6 años, cuando mi padre (que era militar) se pidió un destino en transmisiones (que a él le gustaba más) y dejamos Valladolid con rumbo a Madrid. Era muy pequeño cuando visité los talleres de Valladolid y, claro, no soy capaz de recordar casi ningún detalle. Sólo la sensación del sonido de los escapes de los locos de maniobra (aún de vapor). Si hubiera estado unos años más allí........
Verdaderamente a lecherito no se le puede tener malicias ni otras actitudes negativas que solo nos llevan al enfado, fueron
marionetas de un régimen que se creyeron generales.
Cuenta la historia, que mi tío Ángel pertenecía al depósito de
San jerónimo y contaba muchas historias de estas, debido a las
cuales nosotros nos quedábamos con la boca abierta.

Se creían algo y estaban tan confiados que la noche que le dieron la paliza patrullaba sin la pistola reglamentaria del 9 largo que le dieron, cambiándola por el mosquetón de cartuchos de sal, alardeando de que no la necesitaba, solía decir "a mí no me hace falta pistola al cinto, me sobra con mis manos"...la confianza mata al hombre....
Si algo había en los ferroviarios antiguos era disciplina ,profesionalidad y sobre todo en esa época ,jerárquica ;Las relaciones entre jefes y subordinados eran de "ordeno y mando "pero estando todos en el mismo barco y con un miedo enorme al castigo...que a veces eran muy severo.
el 70% del transporte terrestre se hacía por tren, RENFE era la mayor empresa del país llegando a tener 43.000 empleados ,era un sector estratégico básico y siendo el sustento de familias y dinastías enteras de ellos, las viudas se colocaban como guardabarreras, los huérfanos tenían asegurada plaza y la profesión pasaba de padres a hijos...este es hijo de fulano, aquel era de mengano y otros eran unos hijos de p...en fin. Había colonias enteras alrededor de las estaciones y depositos, estaciones que hoy están sin personal tenían 3 y 4 familias, entre guardagujas, lampisteros, factores y como no el jefe de estación....
Pero había un universo domestico que era el personal de abordo de cualquier tren, de no menos de 4 personas, a destacar el jefe de tren, autentico "amo" del mismo ordenando paradas, salidas y metiendo la bronca a todo el que se la mereciese. Los retrasos eran inevitables por unos horarios imposibles donde se acumulaban uno sobre otros, el miedo al qué dirán, los celos profesionales y las envidias, hacían que se putearan unos a otros comidos por la responsabilidad.





 

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