En el
desempeño de su función, recuerde siempre que ser juez es una de las funciones
más altas que se pueden encomendar a un ser humano, pues la tarea de administrar
justicia pertenece, en primer lugar a Dios, quien con su infinita bondad
permite que un humilde mortal determine en el mundo fáctico el sitio de la
razón. Por tanto, no existiendo otra virtud más grande y divina que la
justicia, cultive con disciplina y extrema constancia su conocimiento, no sólo
jurídico, sino en todas sus vertientes, pues cuanto más se amplíe, más ensalzará
el poder y la sabiduría de su función, pero no deje que del conocimiento, por muy
profundo o trascendente que éste sea, exalte su mente para descuidar esa gran
responsabilidad: El que pueda lograr, con profunda humildad y nobleza, la
justicia.
Al juzgar
no olvide las palabras del filósofo griego Sócrates, al referirse a las
cualidades que deben pertenecer a los jueces:
Escuchar
cortésmente,
Contestar
sabiamente,
Considerar
todo sobriamente,
Y decidir
imparcialmente.
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