Los productos vinculados son uno de los aspectos que más molestan a
los usuarios de banca, al contrario de lo que representan para las propias
entidades: rentabilidad. La entidad puede conseguir diversificar su
riesgo entre diferentes productos y vender, de manera más sencilla, productos a
clientes que ya conoce.
Con los productos vinculados también deben de lidiar los empleados de
banca, a los que les hacen llegan de manera regular una serie de productos que
son el objetivo de venta de la propia entidad. De su buena comercialización,
dependerá su propio salario.
¿Podemos esquivarlos?
Así nos encontramos que, cuando entramos en una oficina de banco a
solicitar una hipoteca, si conseguimos que nos la concedan, tendremos
que salir con un seguro, un depósito y hasta un plan de pensiones debajo
del brazo.
El cliente se encuentra en una clara desventaja frente a la entidad. Los
productos vinculados están más presentes en productos con rentabilidad
jugosa y, sobre todo, en productos de financiación a los que el ahorrador
medio le cuesta alcanzar: como las hipotecas. Si un cliente quiere contratar
una hipoteca con buenas condiciones, tendrá que asumir el contrato de una lista
de productos vinculados.
La asociación de usuarios de bancos, cajas y seguros (ADICAE) no es la
primera vez que denuncia la comercialización de productos tóxicos para el
cliente, vinculados a las hipotecas, y el desequilibrio existente entre cliente
y banco
El problema de los productos vinculados es “la letra pequeña”. Cuando contratamos una
hipoteca nos ofrecen productos cuyos contratos son difíciles de entender y en
donde podemos encontrar cláusulas que escondan comisiones abusivas, costes e,
incluso, un riesgo para nuestro patrimonio si se trata de productos de
inversión “tóxicos”.
La vinculación con una misma entidad puede ser positiva, siempre y cuando
las condiciones de los productos que nos ofrecen nos interesan y nos resultan
interesantes, para nuestro bolsillo. Si llevamos mucho tiempo trabajando con
una entidad financiera con la que estamos a gusto, ¿Por qué no seguir con ella?
pero no tenemos por qué admitir productos cuyas condiciones no sean rentables o
sus comisiones demasiado altas.
Por eso, antes de suscribir cualquier contrato, es importante
comparar diferentes ofertas, analizar condiciones y características,
saber cuál serán sus gastos asociados o la rentabilidad que percibiremos. Por
último, hablar con la entidad acerca de las condiciones del producto y
preguntar todo aquello que no se entienda o no se tenga claro.
La vinculación con una entidad puede ser una estrategia, para
conseguir mejores condiciones en otros productos, pero nunca a costa de perder
seguridad o rentabilidad en nuestros ahorros.
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