miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Hasta dónde podemos comprometernos para adquirir una hipoteca con entidad financiera?


Los productos vinculados son uno de los aspectos que más molestan a los usuarios de banca, al contrario de lo que representan para las propias entidades: rentabilidad. La entidad puede conseguir diversificar su riesgo entre diferentes productos y vender, de manera más sencilla, productos a clientes que ya conoce.

Con los productos vinculados también deben de lidiar los empleados de banca, a los que les hacen llegan de manera regular una serie de productos que son el objetivo de venta de la propia entidad. De su buena comercialización, dependerá su propio salario.

¿Podemos esquivarlos?

Así nos encontramos que, cuando entramos en una oficina de banco a solicitar una hipoteca, si conseguimos que nos la concedan, tendremos que salir con un seguro, un depósito y hasta un plan de pensiones debajo del brazo.

El cliente se encuentra en una clara desventaja frente a la entidad. Los productos vinculados están más presentes en productos con rentabilidad jugosa y, sobre todo, en productos de financiación a los que el ahorrador medio le cuesta alcanzar: como las hipotecas. Si un cliente quiere contratar una hipoteca con buenas condiciones, tendrá que asumir el contrato de una lista de productos vinculados.

La asociación de usuarios de bancos, cajas y seguros (ADICAE) no es la primera vez que denuncia la comercialización de productos tóxicos para el cliente, vinculados a las hipotecas, y el desequilibrio existente entre cliente y banco

El problema de los productos vinculados es “la letra pequeña”. Cuando contratamos una hipoteca nos ofrecen productos cuyos contratos son difíciles de entender y en donde podemos encontrar cláusulas que escondan comisiones abusivas, costes e, incluso, un riesgo para nuestro patrimonio si se trata de productos de inversión “tóxicos”.

La vinculación con una misma entidad puede ser positiva, siempre y cuando las condiciones de los productos que nos ofrecen nos interesan y nos resultan interesantes, para nuestro bolsillo. Si llevamos mucho tiempo trabajando con una entidad financiera con la que estamos a gusto, ¿Por qué no seguir con ella? pero no tenemos por qué admitir productos cuyas condiciones no sean rentables o sus comisiones demasiado altas.

Por eso, antes de suscribir cualquier contrato, es importante comparar diferentes ofertas, analizar condiciones y características, saber cuál serán sus gastos asociados o la rentabilidad que percibiremos. Por último, hablar con la entidad acerca de las condiciones del producto y preguntar todo aquello que no se entienda o no se tenga claro.

La vinculación con una entidad puede ser una estrategia, para conseguir mejores condiciones en otros productos, pero nunca a costa de perder seguridad o rentabilidad en nuestros ahorros.

 

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