Aprovechar mejor la comida: las abuelas crean tendencia
Berlín, el foco de lo que se lleva y lo que está de moda, comienza a
exportar al mundo un modo de vida que se refleja en lograr basuras cero. Esto
ya lo hacían las abuelas hace décadas, como respuesta a un aprendizaje de años
de guerra y de escasez. Ahora su ejemplo puede servir de inspiración.
Esto exige aprender a hacer croquetas caseras, torrijas o guisos y saber conservar en frascos de cristal las sobras para emplearlas en
menús apetitosos. El modelo consiste en repartir entre los comensales lo que se
intuye que puede terminar en la basura. Si en un tiempo el acento se puso en
separar los residuos, en este momento pasa por lograr que los contenedores
estén cada día más vacíos por el buen uso que se hace de la comida.
En cualquier caso, hay ciertos nutrientes básicos que no deberían
aparecer en la basura, como agua, hidratos de carbono, vitaminas, grasas,
proteínas y minerales. Esto es: agua, cereales y leguminosas, frutas y
verduras, lácteos, pescado, huevos y carne, aceites y frutos secos. Estos
nutrientes deben estar presentes en la dieta, todos, en cantidades precisas,
las que se puedan o las que se deban, pero la lista de la compra siempre
debería incluirlos. Al contrario que el contenedor.
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