sábado, 18 de abril de 2015

La verdadera obediencia.



La verdadera obediencia debe ser sincera, atenta y rápida.

        Julia es una amiga de Amparito. Cuando su mamá le manda hacer una cosa, Julia responde:

-¡Al momento!-Y, sin embargo, deja pasar mucho tiempo antes de hacerla. ¿Es obediente Julia? No, porque su obediencia no es pronta.

Otra vez su mamá le pide un vaso de agua. La niña responde:

-‘En seguida!-Pero lleva el agua en un vaso sucio porque está pensando en sus juguetes. ¿Ha sido Julia obediente esta vez? Sólo a medias, porque su obediencia no fue atenta.

Está cantando Julia, y su mamá le manda que calle. Lo hace pero al cabo de un momento vuelve a cantar. ¿Es obediente? De ningún modo, porque no hay en ella deseo sincero de complacer a su mamá.

No hace nada de esto Amparito. Si le dice su mamá que haga alguna cosa, responde:-¡En seguida, mamita!- y procura hacer pronto y del mejor modo posible lo que le ha mandado. Si la mamá le dice que no haga cualquier cosa, cesa en seguida la niña, por muy entretenida que esté, y no se muestra nunca disgustada, porque sabe  que lo que le mandan  es por su bien. El mayor gusto de Amparito es complacer y contentar a su mamá.

Es niña mal aconsejada, quien la obediencia no tiene sagrada. Aunque confundan tu nobleza con sumisión, no dejes de ser bondadosa con las personas. Aunque estas te hagan daño, siempre habrá alguien que sepa valorar estos valores y principios de humanidad.


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