Las
dudas sobre las inmobiliarias que cotizan en bolsa lejos de reducirse,
aumentan. Hasta tres grandes firmas del sector, Metrovacesa, REYAL URBIS y MARTINSA-FADESA, entraron durante el primer
semestre en teórica causa de
disolución al ver reducido
su patrimonio neto a menos de la mitad de su capital.
Metrovacesa es la única de las tres que ha logrado reequilibrar sus cuentas
gracias a una moratoria contable concedida por el gobierno.
Una
compañía entra en causa de
disolución cuando su patrimonio neto se sitúa por debajo de la
mitad del capital social, es decir, cuando la diferencia entre el valor de los
activos y las deudas de una compañía es inferior a la mitad del dinero aportado
por los socios de la empresa.
Este
ha sido el denominador común
en los resultados del primer semestre presentados a la comisión
nacional del mercado de valores (CNMV) por Metrovacesa, REYAL URBIS y MARTINSA-FADESA. En
ellos, se observa que los estados financieros enviados al regulador recogen que
las pérdidas de estas inmobiliarias han terminado por reducir su patrimonio
neto por debajo de la mitad del capital social.
esta
circunstancia les obligaría, en principio, a disolverse ya que el artículo 363 de la ley de sociedades de capital señala
como una de las causas de disolución de una compañía que “las pérdidas que
dejen reducido el patrimonio neto a una cantidad inferior a la mitad del
capital social, a no ser que éste se aumente o se reduzca en la medida
suficiente, y siempre que no sea procedente solicitar la declaración de
concurso”.
Periodo de gracia del gobierno
Sin
embargo, las tres cotizadas se han acogido a una moratoria que el gobierno
aprobó en febrero en el decreto ley para el saneamiento de la banca para
esquivar esta situación. Esta norma permite a las compañías “no computar las pérdidas
que se derivan del deterioro del inmovilizado material, las inversiones
inmobiliarias y las existencias”. Es decir, que no tienen que asumir la
depreciación de valor que ha sufrido sus activos (suelos o edificios).
La
medida pretende ser un bálsamo para el sector inmobiliario al evitar que, por
ejemplo, las pérdidas derivadas de las revisiones a la baja en las valoraciones
de los activos acaben afectando de forma significativa a los resultados. Dicha
situación ha sido una constante en las cuentas de las inmobiliarias con el
estallido de la crisis. Por ejemplo, el valor de la cartera inmobiliaria de
Metrovacesa se redujo a 7.323 millones de euros a junio de 2012, un 3,5%
respecto al diciembre del año pasado.
No
obstante, ese colchón para el
ladrillo se ha ido prorrogando desde el gobierno varias veces.
El punto de partida se remonta a finales de 2008 cuando el gobierno de José
Luis Rodríguez Zapatero aprobó el decreto-ley 10/2008 con el que se adoptaron “medidas
financieras para la mejora de la liquidez de las pequeñas y medianas empresas”.
Según
se desprende del texto, la “urgencia” de la norma derivaba de la coyuntura
económica del aquel momento. “La situación actual de los mercados financieros y
la restricción de la financiación a pequeñas y medianas empresas, ha conducido
a una situación realmente extraordinaria y a la necesidad de corregir sus
efectos de manera urgente”, indica. “aunque
las entidades de crédito españolas se encuentran en una posición sólida,
no son inmunes a la situación de los mercados, lo que está provocando
importantes restricciones en el acceso al crédito para empresas y familias”
Con
estos argumentos, el
ejecutivo inyectó oxígeno a las inmobiliarias durante dos años
al modificar determinados aspectos contables. Sin embargo, pasado ese plazo la
crisis se recrudeció y Zapatero
optó por prorrogar la moratoria en 2010 y 2011. Ahora, el nuevo
gobierno ha hecho lo propio al dar un año más de gracia al sector. "se
renueva, sin solución de continuidad y a todos los efectos legales, durante el
ejercicio social que se cierre a partir de la entrada en vigor del presente
real decreto-ley", subraya la norma. Son moratorias que hacen la vista
gorda sobre el problema, pero que no lo solucionan.
Metrovacesa toma medidas mientras REYAL Y MARTINSA las
estudian.
Ese
paraguas legal ha permitido a Metrovacesa restituir su situación financiera.
Pese a que tal y como expone la inmobiliaria su patrimonio neto a 30 de junio
de 2012 era de 366,26 millones de euro mientras la mitad de su capital social
asciende a 741,12 millones. Así, lo justifica la inmobiliaria en su informe.
No ocurre lo mismo con REYAL URBIS y MARTINSA-FADESA. La moratoria contable concedida por el ejecutivo no ha
impedido que la empresa que preside Rafael Santamaría esquivase la causa de
disolución.
No
obstante, REYAL URBIS destaca
que dispone de 115,48 millones de euros del crédito sindicato
para convertirlo en participativo, lo que le permitiría equilibrar su balance.
Así, declara que ya ha realizado las actuaciones necesarias para activar dicha
conversión.
En
términos generales, los préstamos sindicatos y los participativos son dos tipos
de créditos que se conceden a las empresas aunque tienen distintas
características. Así, los
créditos participativos suman a la hora de determinar el patrimonio neto de una
sociedad (lo que le ayudará a salir de la causa de disolución)
mientras que los sindicatos cuentan como deuda en el balance de una sociedad.
Además,
los préstamos participativos se caracterizan por tener un tipo de interés
variable que se fija en función de una serie de indicadores de la actividad
económica de las empresas prestataria. Por último, es deuda subordinada, por lo
que se coloca después de los acreedores comunes a la hora de cobrar en el caso
de un proceso concursal.
Ésta no es la primera vez que REYAL URBIS se
declara en causa de disolución. Hace un año también tuvo que pedir a los bancos acreedores que canjearan
deuda por capital. A su delicada situación patrimonial se suma
que la cotizada está desde junio de 2011 negociado, una vez más, con sus
acreedores el plan de negocio fijado en su último acuerdo de refinanciación,
para adaptarlo a las actuales circunstancias del mercado.
El
mismo patrón se repite en MARTINSA-FADESA.
La compañía que dirige Fernando
Martín indica en sus estados financieros de junio que entró en
causa de disolución. Asimismo, expresa que con el objetivo de restablecer el equilibrio
patrimonial, la inmobiliaria ha convertido deuda en préstamos
participativos por un importe de 482 millones de euros.
En el
informe de auditoría que acompaña a los resultados de MARTINSA FADESA durante
el primer semestre, DELOITTE declara que existe “una incertidumbre
significativa” sobre la
capacidad del grupo “para continuar con sus operaciones, para
realizar sus activos y para hacer frente a sus pasivos”.
DELOITTE
destaca que esto dependerá de "la aprobación definitiva del nuevo convenio
de acreedores y del cumplimiento del nuevo plan de viabilidad en función de las
operaciones futuras, de la obtención de la financiación necesaria, de la
evolución del mercado inmobiliario, de la evolución del valor de los activos y
del mantenimiento de la vigencia del real decreto ley de 2008”.
Ayer,
la inmobiliaria reconocía ante el regulador que existe un desfase de tesorería
de 15 millones de euros. No obstante, indica que el Plan de Viabilidad que
permitía atender el programa de pagos del Convenio de acreedores, contemplaba
un desfase de hasta 61 millones al cierre de 2012 entre las ventas de activos y
los pagos previstos.
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