Querer lo
asociamos a desear algo, generalmente con un propósito determinado. Puedo
querer a una persona para que me acompañe, me haga sentir bien, me apoye o para
que haga lo que yo quiera. Hay siempre una intencionalidad específica en el
querer, más o menos altruista, más o menos ética.
El querer
conduce al sufrimiento pues se desea algo de otra persona, justificadamente o
no. Y como ésta es diferente a mí, es imposible que piense, sienta y actúe
exactamente igual a mí. De modo que cualquier expectativa que tenga con ella
está condenada a la frustración, pues nunca se comportará exactamente como me
gustaría o placería.
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