domingo, 2 de junio de 2013

Puedo querer a una persona.


Querer lo asociamos a desear algo, generalmente con un propósito determinado. Puedo querer a una persona para que me acompañe, me haga sentir bien, me apoye o para que haga lo que yo quiera. Hay siempre una intencionalidad específica en el querer, más o menos altruista, más o menos ética.

El querer conduce al sufrimiento pues se desea algo de otra persona, justificadamente o no. Y como ésta es diferente a mí, es imposible que piense, sienta y actúe exactamente igual a mí. De modo que cualquier expectativa que tenga con ella está condenada a la frustración, pues nunca se comportará exactamente como me gustaría o placería.
 

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