jueves, 26 de junio de 2014

Caminar por la Trocha en Algeciras-Cádiz.

Cinco eran los caminos que antaño usaban los algecireños, o sus visitantes. Dos de ellos se dirigían a Tarifa; a groso modo, uno por donde discurre en la actualidad la nacional 340, y otro pegado a la costa. Otros dos tomaban dirección norte; uno en busca de Los Barrios, y el otro hacia San Roque y Gibraltar. Y el último, en dirección oeste, hoy día desaparecido y sólo utilizado por senderistas, el que atravesaba nuestra hermosa sierra hacia a la comarca de la Janda: El de La Trocha, o  también llamado antiguo camino a Cádiz.
El camino de La Trocha, siempre ha pertenecido a ese ámbito de lo misterioso, pero histórico y folclórico. Éste camino era una vía antiquísima por la que se accedía al interior de la provincia de Cádiz. Posiblemente tenga un origen romano y fuera un ramal secundario de la Vía VI, la Vía Heraclea. Muy frecuentada en tiempos medievales, lo sería mucho más hasta la segunda mitad del siglo XIX,  cuando empezó a languidecer. Era un camino de herradura, es decir, sólo apto para bestias; en algunos tramos empedrado, y por el que se conseguía ahorrar un día de marcha a diferencia del camino costero. Además, y por este mismo hecho, su trazado montuoso alejaba el peligro de las incursiones de los piratas norteafricanos. Recomiendo la lectura del estupendo artículo de Angel Sáez Rodríguez,La Trocha, una ruta por la sierra entre Algeciras y la Janda”, de donde extraigo algunas citas históricas.
La ruta antigua se iniciaba al parecer en la popular calle de la Fuentenueva, bajaba hacia el río de la Miel, continuaba por la parte de Pajarete, y cruzando la Rejanosa encaraba ya la sierra pegándose a la ladera sur de la Garganta del Capitán, la cual sorteaba hasta llegar al Puerto de los Alacranes, por el que se descendía hasta la Venta de Ojén… también, se puede empezar la ruta en las casas que hay arriba de lo que fue el antiguo vertedero de Algeciras, en la Barriada del Cobre. Para más datos ruteros, recorrimos unos 13 kilómetros entre ida y vuelta y tardamos unas 5 horas.
Para explicar como yo quiero la ruta, la he dividido en tres partes. He aquí la primera, a vista de buitre leonado, la que nos lleva al paso del Arroyo de la Fuente Santa.
Tras dejar atrás una de las torres eléctricas del inevitable “cable de Tarifa” y algunas parcelas, una de ellas en pésimo estado, nos vamos acercando al antiguo campo de tiro, donde nuestros pretéritos quintos jugaban a la guerra. Estamos andando a los pies de “Las Esclarecidas bajas”. ¿De dónde viene este nombre? Ni idea, pero me encanta.
Entraremos luego en los terrenos de lo que se conoce como Cortijo de Matapuercos, que estuvo en actividad hasta la década de los sesenta del siglo pasado. Los restos de muros, fuentes y abrevaderos y sobre todo los tres o cuatros enormes chaparros que nos salen al paso son una muestra de la solera y antigüedad de este paraje ¿A cuántos caminantes no habrán saludado?
Casi sin darnos cuenta, siguiendo la curva del camino, entramos en otro rincón tradicional para los algecireños: El huerto de los mellizos. Lugar que el mismo mapa topográfico oficial  “confunde” con el Ventorrillo de la Trocha, pero no, las ruinas de este caserío probablemente sean los restos de otro cortijo similar al de Matapuercos, y quizás de la misma fecha que los molinos de la Garganta del Capitán, del siglo XVIII. Haciendo honor a su nombre aún podemos degustar las naranjas que allí crecen. Doy fe de que están buenas.
Con el regustillo ácido de las naranjas bajaremos la pendiente que nos conduce al arroyo de la Fuente Santa.
Un buen lugar para hacer un alto. Yo aprovecho para decirle a nuestro buitre leonado que nos muestre la vista aérea del segundo tramo, el que va desde aquí al Puerto del Viento.
Justo al cruzar el arroyo, a mano derecha y a pocos metros debemos estar atentos a una arqueta. La vereda que sube hacia la izquierda, señalizada con mojones de piedra, es la que tomaremos. En ese trecho se apreciará el primer tramo empedrado de consideración. No todo el camino de La Trocha estuvo pavimentado con piedras, sólo los pasos más complicados; subidas, bajadas y zonas propensas a enfangarse, se “adoquinaban”, para facilitarles la marcha sobre todo a los equinos. Los peones camineros, o “verederos” eran los encargados de esta labor, y eran pagados por empresarios del corcho o el carbón. El sistema era el utilizado desde la antigüedad: se despejaba y nivelaba el terreno, se colocaban grandes bloques en ambos márgenes y se rellenaba de cantos más pequeños el espacio intermedio.
Una vez ascendida la ladera continuaremos siempre hacia la derecha; hacia la izquierda iríamos a la garganta de la Fuente Santa. En un pequeño llano nos encontraremos con uno de los hitos más importantes del camino, ahora sí, señores del mapa topográfico: El Ventorrillo de la Trocha. Entre el paso del tiempo, la desidia de nuestras “autoridades” ante nuestro patrimonio y la pérdida de su función original, hacen del Ventorrillo de la Trocha lo que es hoy día, un rancho, más o menos adecentado, para los animales.
Al parecer, en los alrededores de la actual carretera de las Corzas, existía otra venta similar, y ya no había más vino ni café de pucherete hasta llegar a la Venta de Ojén, a pocos kilómetros de Facinas y del camino de la Janda.
Poniéndonos de nuevo la mochila, se afronta quizás la parte o tramo más confuso de La Trocha. Aunque esté señalizado, la distancia que media entre el ventorrillo y el monte que hay justo detrás es el que más puede hacernos dudar. El sentido a seguir es ese; dirigirse en línea recta hacia el monte. Dejando en medio unos corrales, a unos cien o doscientos metros, empieza a zigzaguear el camino hasta la cima.
Desde ese cerro gozamos ya de buenas vistas de Algeciras y su bahía. Los antiguos viajeros verían al fondo como dos pinceladas blancas, entre el azul del mar  y el verde del campo: las correspondientes dos villas, la nueva y la vieja, que formaban nuestra ciudad. Hoy el “panorama” es bien distinto. Nos despedimos del Ventorrillo.
También se aprecian buenas vistas de nuestro pueblo vecino: Los Barrios. Esta población también poseía su particular camino de la “Trocha”, su camino a Cádiz por el que se ahorraba también casi un día de marcha. En su caso le denominaban el camino del “Arenoso a Ojén” , y ascendía por la Garganta del Prior hasta la Albarda, y de ahí a la Venta de Ojén.
 El Arroyo del Salado o del Saladillo, en este punto o cruce se deberá estar muy atentos a las señales, pues es donde nos desviaremos para alcanzar el Puerto del Viento. La dirección a seguir es, una vez más, a la derecha, al norte. Como su nombre indica,  es un tramo donde bate fuerte el viento de levante, cuando lo hay.El Puerto del viento, y como se podrá observar cuando vosotros hagáis la caminata, los brezos y jaras le ganan la batalla al alcornoque.
Aprovechemos esta cota, la más alta que alcanzaremos en éste tramos, para convocar por última vez a nuestro buitre leonado y mostrar el último tramo de la ruta.
En la otra vertiente cambian las tornas, los alcornoques y quejigos vuelven a sembrar de humedad y frescura el camino. Se aprecia la Sierra de la Palma, y se intuye la carretera de las corzas, vía muy frecuentada por ciclistas.
Nos encontramos en la parte alta del la garganta del Capitán. Por abajo discurre el arroyo de Botafuegos, o de las Corzas; será por nombres bonitos. De aquí en adelante el camino es espectacular. Adaptándose al terreno, La Trocha serpentea hasta el Cobujón de las Corzas, una especie de gran embudo que recoge todas las aguas de esa vertiente. Como ya he dicho, la humedad, la sombra y la frescura dominan el ambiente.
llegamos al paso del arroyo de Botafuegos. Aquí, perfectamente, se podría acabar la ruta, pero nosotros decidimos continuar un poco más adelante, hasta llegar a la carretera de las Corzas, unos setecientos metros más arriba. Antes, eso sí, paramos a zamparnos el bocadillo. El fragor del agua era tan elevado que teníamos que hablar casi a gritos.

Cruzando el arroyo se accede al anteriormente mencionado Cobujón de las Corzas. En esta parte hay que prestar mucha atención a las señalizaciones si no nos queremos salir del camino trazado por otros compañeros senderistas. Aunque poco importa si nos desviamos; acabaremos saliendo a la carretera de las corzas. La Trocha, al parecer, pasaba junto al arroyo y se dirigía al puerto de los Alacranes, el punto más alto antes de empezar a descender hacia La Janda. En aquella zona vivieron varias familias en las décadas anteriores y posteriores a la guerra civil. Eran los Canales, los Ruchos, los Rojas.

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