La descripción ofrecida en la propia Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10) o en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) no deja de ser en la mayor parte de los casos, una especie de descripción / listado de síntomas-tipo, insuficiente por sí misma si lo que se pretende es captar la complejidad de este tipo de trastornos y que la literatura científica es incapaz de reflejar en su totalidad.
Cada
individuo presenta su particular manifestación de la enfermedad. Algunas
personas se caracterizan por presentar períodos de manía de baja intensidad,
denominados como hipomanías, mientras que otros las sufren con extrema
violencia. Otros pueden experimentar estados de ánimo depresivos durante
períodos cortos de tiempo, mientras que otros se sumen en largos períodos de
abatimiento. Incluso en algunas ocasiones, determinadas personas, pueden
experimentar experiencias de carácter psicótico, como delirios o
alucinaciones.
Una de las
mejores descripciones de lo que debe suponer vivir sufriendo un
trastorno maniaco-depresivo,o, trastorno bipolar en la terminología
psiquiátrica actual, es la ofrecida por el Dr. Kay Redfield Jamison (1993) en
su obra ‘Touched With Fire: Manic-Depressive Illness and the Artistic
Temperament’. El propio Dr. Redfield Jamison sufre este trastorno, por lo que
conoce, de primera mano, de lo que está hablando.
“La realidad clínica de la enfermedad
maníaco-depresiva es bastante más letal e infinitamente más compleja de lo que
la nomenclatura psiquiátrica –trastorno bipolar- es capaz de sugerir. Ciclos de estados de ánimo y energía
fluctuantes sirven como telón de fondo a un constante cambio de pensamientos,
conductas y sentimientos. La enfermedad ejemplifica los extremos de la
experiencia humana. El pensamiento parece oscilar desde una psicosis o
locura a patrones de pensamiento inusualmente claro y rápido, con asociaciones;
pero, con asociaciones de ideas creativas, hasta desembocar en un embotamiento
tan profundo que ningún tipo de actividad mental con sentido es capaz llegar.
El comportamiento puede oscilar desde lo frenético, expansivo, bizarro o
seductor hasta alcanzar el aislamiento, la inactividad y los impulsos
peligrosamente suicidas. Los estados de ánimo oscilan erráticamente
entre la euforia, la irritabilidad y la desesperación más absoluta. Las
rápidas oscilaciones y combinaciones de los extremos anteriormente citados
desembocan en una imagen clínica de intrincada y compleja textura...”
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