Una planta
de cannabis contiene de promedio cerca de 400 complejos químicos. Los cuatro
principales complejos son: el delta-9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), el
cannabidiol, el delta-8- tetrahidrocannabinol y el cannabinol. Con la excepción
del cannabidiol, estos complejos son psicoactivos, y el más potente es el
delta-9-tetrahidrocannabinol. Las variedades de planta más potentes contienen
poco cannabidiol (CBD) y un nivel más alto de
delta-9-tetrahidrocannabinol.
Cuando el
consumidor inhala estas substancias, normalmente fumando, llegan
rápidamente al cerebro y a otras partes del cuerpo a través del torrente
sanguíneo. La sensación de “colocón” se produce principalmente por el
enlace del delta-9-tetrahidrocannabinol con receptores cannabinoides en
el cerebro. Un receptor es el área en una célula cerebral donde ciertas
substancias se adhieren o enlazan durante un periodo de tiempo. Si esto ocurre,
se crea un efecto en la célula y en los impulsos nerviosos que produce.
Curiosamente, hay substancias parecidas al cannabis que se producen de forma
natural por el mismo cerebro – los endocannabinoides--.
La mayoría
de estos receptores se encuentran en partes del cerebro que modulan el placer,
la memoria, el pensamiento, la concentración y el sentido del tiempo. Los
complejos del cannabis también pueden afectar a los ojos, los oídos, la piel y
el estomago.
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