Hasta los
tres años aproximadamente, lo habitual es que el niño experimente con ambos
lados de su cuerpo. Así le
veremos utilizar indistintamente una mano u otra en su juego diario. Por este
motivo, no sería apropiado iniciarle en deportes o actividades en las que el
niño deba utilizar un utensilio (como la raqueta o el lapicero, por ejemplo) y
en caso de hacerlo, no debemos insistir para que utilice una mano determinada.
Es conveniente que apoyemos al niño en su desarrollo lateral, pero solamente
debemos intervenir para ayudarle a definirse en uno u otro sentido una vez que
esté clara su inclinación natural. Pretender influir en un modelo contrario
al que muestra el niño de forma espontánea puede acarrear consecuencias graves
en el desarrollo y ejercicio de habilidades y destrezas futuras, y muy
concretamente en su rendimiento escolar.
Un niño al que se le ha forzado a utilizar la mano
contraria a su lado dominante, o que no acaba de definirse como diestro o zurdo
hacia los 4 ó 5 años, es un niño con un sistema nervioso desorganizado. Su
cerebro ha de estar organizado para que él pueda organizarse a su vez en el
espacio en el que se mueve y sobre el papel en su trabajo escolar.
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