Hablamos de la dualidad de lo apolíneo
contra lo dionisíaco. Aunque no descarta por completo la regencia de lo
apolíneo en la vida como ha sido heredada, particularmente desde la modernidad,
se inclina por resaltar y adoptar una postura en esta línea de lo dionisíaco.
En ello consiste precisamente su crítica a la sociedad contemporánea y éste
será el hilo conductor que permea de forma constante su obra y su vida.
Durante trece años disfrutó allí, sin
cansarse, de su espíritu y de la soledad, hasta que al fin se transformó su
corazón. Una mañana se levantó al iniciarse el alba, y plantándose frente al
sol le habló así:
¡Oh! ¿Cuál sería tu dicha si no tuvieras
a quienes iluminar? Hace trece años que llegas hasta mi caverna y te hubieras
cansado de tu luz y de tu camino si no me tuvieras mí, a mi águila y a mi
serpiente. Cada mañana te esperamos para beneficiarnos con tus pródigos rayos y
bendecirte por ellos. Pero aquí que me he hastiado de mi sabiduría, como la
abeja que ha elaborado excesiva miel. Ahora necesito manos que se me tiendan.
Quisiera dar y distribuir hasta que los sabios entre los hombres de nuevo estén
gozosos de su locura, y los pobres, dichosos de su flaqueza. Por eso debo
descender yo a las profundidades como lo haces tú por la tarde, cuando te
hundes detrás se los mares para llevar tu luz al otro lado del mundo, ¿oh astro
esplendoroso! Debo desaparecer como tú, acostarme, como dicen los hombres hacia
los cuales quiero descender. ¡Bendíceme, ojo sereno, tú que puedes contemplar
sin envidia hasta la dicha que no tiene límites! ¡Mira esta copa que está
ansiosa por vaciarse nuevamente! ¡Mira a esta persona que quiere recomenzar a
ser humano!
“¿No oísteis hablar de aquel
loco que en pleno día corría por la plaza pública con una linterna encendida,
gritando sin cesar? “¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!”. Como estaban presentes
muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron la risa.
El loco se encaró con ellos,
y clavándoles la mirada, exclamó: ¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos
matado; vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos.
Pero ¿Cómo hemos
podido hacerlo?
¿Cómo pudimos vaciar el mar?
¿Quién nos dio la esponja
para borrar el horizonte?
¿Qué hemos hecho después de
desprender a la Tierra de la órbita del sol?
¿No caemos sin cesar?
¿No caemos hacia adelante,
hacia atrás, en todas direcciones?
¿Hay todavía un arriba y un
abajo?
¿Flotamos en una nada
infinita?
¿Nos persigue el vacío?
¿No hace más frío?
¿No veis de continuo
acercarse la noche, cada vez más cerrada? ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros le dimos
muerte! ¡Cómo consolarnos nosotros, asesinos entre los asesinos! Lo más
sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su
sangre nuestro cuchillo. ¿Quién borrará esa mancha de sangre?
¿Qué agua servirá para
purificarnos? La enormidad de este acto, ¿No es demasiado grande para
nosotros?”
Friedrich Nietzsche en La Gaya
ciencia.[
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