Allá, en
un pueblecito rural de Cataluña, cuyas casas parecen esconderse entre el ramaje
de extensos robledales, moraban dos antiguas y acomodadas familias que, como
sus predecesores, no tenían otras aspiraciones que vivir cristianamente y
procurar el mejoramiento de sus haciendas.
Los
primogénitos de ambas familias eran, respectivamente, dos hijos varones,
Guillermo y Rodolfo, cuya edad frisaba en los 12 años.
Juntos
recibían sólida educación en uno de los colegios más acreditados de la capital
del principado.
Buenos,
inteligentes y aplicados, eran el encanto y la esperanza de sus familias.
Durante
las vacaciones estivales, los dos camaradas se reunían en el pueblo, y sus
padres procuraban iniciarles en el conocimiento de las faenas del campo, ya que
uno y otro estaban destinados a continuar las sabias tradiciones de sus
mayores.
Terminado
el período de sus estudios, que no concluyó hasta haber cursado ambos la
carrera de perito agrícola, regresaron definitivamente a sus hogares.
Aplicóse
Guillermo, con tal afán, en la práctica de las operaciones de su carrera, que,
a los pocos años, el rendimiento de sus predios había aumentado de un modo
considerable.
Rodolfo,
en cambio, sentía honda aversión a cuanto se relacionaba con la labranza, a
pesar de los reiterados consejos de su padre.
Cierto
día, díjole Rodolfo a su amigo:
-No
comprendo, querido Guillermo, cómo puedes acostumbrarte a vivir entre estos
rústicos. El día que yo pueda, me instalo en la ciudad para no respirar jamás
el perfume de nuestras cuadras.
-Cultivo
y mejoro lo mío, Rodolfo, -respondióle Guillermo sabiamente.
-¿Qué
necesidad tienes de ello? ¿No eres rico como yo? ¿Acaso no hay administradores
que podrán ahorrarte, otro día, una faena tan pesada y fastidiosa?
-No me
convences, amigo mío. No hallo deleite mayor que la experimentación de las
teorías que aprendimos. Así, acreciento mis caudales, soy útil a estas buenas
gentes y prolongo la vida a mi padre.
-¡Ba!-le
replicó Rodolfo desdeñosamente. –No me explico tus ridículas aficiones. Yo
deseo más comodidades, más libertad, mayor lucimiento. No pasarás de la
categoría de alcalde lugareño.
-¡Quiera
Dios que algún día no te arrepientas de tus locuras! Contestóle Guillermo con
tristeza.
Han
transcurrido 15 años.
Guillermo
continúa viviendo en la casa solariega. Él mismo dirige los cultivos de sus
heredades, que han mejorado considerablemente, hasta el extremo de ser hoy el hacendado más rico de
las cercanías.
Por otra
parte, su ejemplo y sus consejos han producido un bien general, por cuanto va
desapareciendo en la comarca la rutina de aquellos labradores. Todos conocen y
emplean ya los abonos químicos y nadie deja de saber a qué atenerse en el
importante problema de las alternativas de cosechas.
No hay
choza ni hogar donde Guillermo no sea querido y respetado.
Rodolfo
fue a vivir, efectivamente, en la ciudad, dejando sus haciendas al cuidado de un
administrador, cuya fortuna aumento de día en día.
Sin
objeto preciso en qué ocupar el tiempo, pensando únicamente en la ostentación y
el lujo de la familia, disipó la fortuna que heredo de sus padres, quienes
murieron de pesadumbre.
Cuando se
dio cuenta de su imprevisión, tomo dinero a préstamo; lo invirtió en negocios
que no entendía, y no tardo en verse arruinado.
Hoy vive
en el pueblo penosamente, cultivando por sus brazos unas pocas tierras que le
quedaron, y ocultando su vergüenza y su pesar entre el ramaje de aquellos
extensos robledales.
El hombre
ha nacido para el trabajo; pues que éste es el origen de la gloria, de la
riqueza y de la felicidad.
Preceptos
morales.
Dígase
cómo vivían los padres de Guillermo y Rodolfo. ¿Qué instrucción recibieron
ambos niños? ¿A qué le destinaban sus padres?
¿Cómo se
condujo Guillermo al concluir sus estudios? ¿Y Rodolfo?
¿Qué
resulto de la conducta del primero? ¿Y de la del segundo?
¿Qué
otros beneficios ha producido la conducta de Guillermo?
¿A qué se
vio reducido, últimamente, Rodolfo?
Lenguaje:
¿Primogénito?
¿Principado?
¿Tradición?
¿Quiénes
son nuestros mayores?
¿Perito?
¿Lo contrario de perito?
¿Predio?
¿Aversión?
¿Rústico?
¿Lo contrario de hombre rústico?
¿Administrar?
¿Administrador?
¿Teorías?
¿Lo contrario de teorías?
¿Casa
solariega?
¿Rutina?
¿Abono?
¿Alternar?
¿Alternativa?
¿Ostentar?
¿Ostentación?
¿Pesadumbre?
¿Impresión?
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