viernes, 30 de agosto de 2013

Parte de la vida IV-La humanidad-La Sociedad-Dos amigos. II.- Reconciliación.



Ya os he dicho, amigos míos, que el hombre no debe ser soberbio, juzgándose superior a su semejante, y que tampoco debe abusar de sus fuerzas con el débil; sino, antes bien, mostrarse magnánimo y generoso, como hizo el nobilísimo Luís.

Y si no, ya veréis cómo la vida, con sus continuas mudanzas, vino a confirmar por los hechos, que son grandes maestros, la saludable lección.

Ya eran hombres los que, en el dulce loquear de la infancia, jugaron la leyenda del Mal y del Bien; y los años y las vicisitudes modificaron la naturaleza de ambos y los sentimientos del menos noble.

Fue Antonio al servicio de las armas, y la útil ruda gimnasia del cuartel facilitó su desarrollo; desapareció el encanijamiento, fortaleciéronse sus músculos.

De regreso al pueblo, cumplido su deber, iba pensando en todo lo que había dejado al partir; la vista de la tierra querida, el puntito lejano que dibujaba el viejo campanario en el horizonte, despertaban su espíritu con arrullos amorosos.

Porque vosotros no sabéis, si no os habéis alejado del regazo de vuestra madre ni habéis perdido el calorcillo de la casa, qué emociones embargan el ánimo, cuando se vuelve a los lindes en que se deslizó nuestra edad feliz: todo, hasta la hierba que pisamos, nos habla de cosas íntimas y dulces.

A medida que Antonio se acercaba al pueblo, las cosas y los hechos de su edad de niño aparecían en su memoria con fidelidad inesperada, y se gozaba tanto en sus recuerdos, como con la dulce esperanza de abrazar prontamente a la madrecita de su corazón.

¿Cómo no recordar, pues, al que fue su amigo querido, a Luís, y los hechos culpables que de tan excelente compañero le habían distanciado? ¡Oh, sí! Y se avergonzaba de aquel orgullo que le había impedido, durante tantos años, abrir sus brazos al perdón y a la concordia.

-¡Pobre Luís!- pensaba Antonio.-Fue compasivo con mi debilidad, y yo opuse a su grandeza de alma mi inconcebible ingratitud.

Tan abstraído andaba meditando así, que, sin darse cuenta, por poco tropieza con un cuerpo tendido junto al camino. ¡Figuraos su asombro, cuando reconoció a Luís en aquella masa inerte!

Sí, era Luís, pálido, demacrado, con las carnes flácidas, huesoso, quizás muerto. Era Luís, que por consecuencia de una grave enfermedad, había perdido toda su antigua lozanía.

Por fortuna no estaba más que desmayado. ¿Y qué diréis que hizo Antonio? Palpitándole el corazón de pena y alegría a un tiempo, cogióle tierna y delicadamente y le llevó hasta la primera casita, donde le prodigaron solícitos cuidados y se atendió a cuanto era menester.

¡Qué conmovedora escena, cuando Luís recobró el sentido! ¡Cuánta alegría la de éste, que seguía siendo noble y grande de corazón, al reconocer a su amigo y enterarse de su abnegado comportamiento!

Con lágrimas en los ojos, abrazados a él y besándole la frente, balbuceó Antonio:

-¿Me perdonas? ¡Bendito Dios, que me ha permitido demostrarte, Luís amigo, la sinceridad de  mi arrepentimiento!

Y entre lágrimas y abrazos, sellóse nuevamente una amistad, que les unió hasta los últimos días de su vida.

Debemos recordar los beneficios recibidos y corresponder a ellos dignamente.

Las buenas obras son como el oro; no pierden nunca su valor.

Preceptos morales:

¿Qué significa la palabra reconciliación?

¿Qué era de Antonio y de Luís?

¿Quién regresaba a su pueblo? ¿Cuándo?

¿Qué recordaba Antonio al regresar a su pueblo? ¿Qué hecho importante recordó también?

¿Qué sucedió a Antonio cuando andaba distraído con sus pensamientos? ¿Qué hizo con Luís?

Describid la escena que se desarrolló cuando Luís recobró el conocimiento.

Lenguaje:

¿Magnanimidad…magnánimo?

¿Vicisitud?

¿Encanijamiento?

¿Músculos?

¿Horizonte?

¿Arrullar…arrullo?

¿Lindes?

¿Compasivo? ¿Lo contrario de compasivo?

¿Ingrato? ¿Lo contrario de ingrato?

¿Abstraído?

¿Masa inerte?

¿Carnes flácidas?

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