Pues ved
ahí, amigos míos, que el carpintero Facundo no había cometido ningún gran
delito, y sin embargo, le llevaban preso porque, en el calor de una disputa,
había proferido palabras ofensivas y desobedecido la autoridad del señor Juez.
Román,
que estaba presente, no podía comprender que, por algunas palabras irrespetuosas
y no acatar lo mandado por el señor Juez, encerrasen a un hombre, y más a
quien, como el carpintero Facundo, era querido de todo el pueblo.
Le
prenden-díjole su padre-por faltas de respeto a la autoridad. El Juez ejerce
autoridad en el pueblo, como la ejerce en la escuela tu maestro, y por eso te
he recomendado muchas veces que seas obediente y respetuoso con él.
-Pero el
señor Juez debe ser bueno como nuestro profesor, y si Facundo le pide perdón,
ya deberán soltarle en seguida ¿Verdad papá?
-No sucederá
eso que tu supones, porque si tal ocurriese, la ley no sería cumplida y el
prestigio de la autoridad padecería grandemente. Facundo ha sido temerario, y
su irreflexión le costará algunos días de encierro en la cárcel, los gastos
consiguientes y el bochorno que la falta lleva consigo.
-Pues
mire usted., papá-objetó Román-el señor Juez tendrá un corazón muy duro. Si yo
estuviese en su lugar, como ese hombre se arrepintiera, todo habría concluido.
-Perfectamente,
hijo mío, y tu bondad me place muchísimo. Seguramente, el señor Juez sentirá en
su alma que el deber le obligue a ser inflexible. Debes tener en cuenta que no
es la autoridad quien castiga; es la ley, y si ésta no fuese siempre cumplida,
nuestra tranquilidad, nuestras haciendas y nuestras vidas estarían a merced de
la voluntad de los malvados.
El
silencio del niño demostró que no se hallaba conforme con las razones expuestas
por su padre; pero no transcurrió mucho tiempo sin que un hecho, que interesó a
todo el pueblo, viniera a llevar el convencimiento a nuestro amigo Román.
A pocos
kilómetros de distancia, el camino vecinal que une al pueblo con el lugar
cercano, los robos se sucedían con frecuencia; una cuadrilla de malhechores
tenía amedrentados a los habitantes de todas las cercanías.
La Guardia
Civil empezó a vigilar sin descanso, y los ladrones cayeron en poder de la
autoridad. Todo el pueblo vio un día cómo una pareja de la benemérita, los
llevaba a la cárcel atado codo con codo.
La
alegría fue general, y la tranquilidad renació en los espíritus.
Entonces
el padre de Román aprovecho la oportunidad para decir a su hijo:
-La
autoridad encargada del cumplimiento de la ley, ha prendo a los forajidos, y la
ley los enviará a presidio. Debemos compadecer a esos delincuentes; pero no
debemos desear que sus crímenes queden sin castigo. Sin el respeto y obediencia
a las autoridades, éstas no podrían ejercer sus funciones ni administrar
justicia ¿Te parece, ahora, si la ley debe ser cumplida?
Por
deber, por necesidad y por nuestro propio interés, debemos desear el respeto a
la autoridad y que las leyes sean cumplidas.
No
confundamos al criminal con el delito: el primero debe inspirarnos compasión;
el segundo, invencible repugnancia.
Preceptos
morales:
¿Por qué
prendieron al carpintero Facundo?
¿Qué creía
Román? ¿Qué le objeto su padre?
¿El Juez
cumplió con su deber? ¿Por qué cumplió?
¿Debemos
acatar los mandatos de la autoridad?
¿Qué
sucedería si las autoridades no fuesen respetadas y las leyes no fuesen
cumplidas?
¿Qué
hecho vino a ser una lección elocuente para Román?
¿Por qué
debemos desear que las leyes sean cumplidas?
¿Debemos
confundir al criminal con el delito? ¿ Que
deben inspirarnos uno y otro?
Lenguaje:
¿Qué
significa la palabra proferir? ¿Debemos confundir con preferir? ¿Por qué no?
¿Prestigio?
¿Prestigioso?
¿Temerario?
¿Bochorno?
¿Ser
inflexible? ¿Lo contrario de inflexible?
¿Amedrentar?
¿Forajido?
¿Delincuente?
¿Lo contrario de delincuente?
¿Delito?
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