lunes, 11 de agosto de 2014

La importancia de aprender

Tanto para aprender 
Aprendí que la mayoría de las cosas por las que me preocupo nunca suceden.
Aprendí que cada logro alguna vez fue considerado imposible. Pero fui capaz de mantener mi voluntad por encima de todo aquel que intento anular mi deseo de seguir aprendiendo. 
Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo. Porque crecí sonriendo a la vida,  pero tambien, a reírme de las adversidades y de las gentes que se esfuerzan por parecer sonreír e intentar que nos lo creamos.
Aprendí que la expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí.
Aprendí que aun cuando tengo molestias, no necesito ser una molestia.
Aprendí que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente.
Aprendí que no debemos mirar atrás, excepto para aprender.
Aprendí que cuando alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo general se trata de dinero.
Aprendí que hay que luchar por las cosas en las que creemos. Además, el hecho de que hagan cosas que tu has hecho, es sinónimo,  de que están aprendiendo de ti, de forma anónima para recibir reconocimiento,  porque es vital para seguir manteniéndote viva. Así, mismo de que te necesitan y tienen respeto de lo que haces, y lo imitan tratando de mejorar la obra que les has enseñado ha hacer anonimamente.
Aprendí que las personas son tan felices como deciden serlo. Porque ellos lo creen, aunque sólo las paredes son testigos fieles de esa felicidad,  por tanto, aprendí a respetar su embuste y callar la verdad que mis sentidos observan, oyen, sienten, u olfatean el ambiente.
Aprendí que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de hacer su trabajo. Y la mayor recompensa es que tu saber les ayuda a mejorar lo que ellos no veían. 
Aprendí que los días pueden ser largos, pero la vida es corta. Porque ser feliz es algo destinado para personas que respetan las cosas que hace el ser que tu amas. 
Aprendí que si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente. Para ser y hacer lo que realmente has querido y deseas hacer para ti, parte fundamental para ser libre en pensamiento,  obra y omisión. 
Aprendí que es bueno estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos. Por ese motivo a veces solemos ver mutaciones, dobles de nosotros en otras personas, que intentan ser copias para ser amados.
Aprendí que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero que más tarde este nos costará una fortuna.
Aprendí que debo ganar el dinero antes de gastarlo.
Aprendí que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean.
Aprendí que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene. Por ello descubro al que tergiversa mi saber estar.
Aprendí que planear una venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más tiempo. Es el momento de mostrar su obra con su puño y escritura de  sus bajos instintos que son capaces y, de que ellos mismos vean el monstruo que llevan dentro cada día.
Aprendí que las personas tienen tanta prisa por lograr una “buena vida” que con frecuencia la vida pasa a su lado y no la ven. Porque prefieren estar acompañados aun a sabiendas de que están solos.
Aprendí a no dejar de mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos perros con quienes pasear.
Aprendí que todavía tengo mucho que aprender.

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