miércoles, 6 de marzo de 2013

Los milagros no son cosas tan extraordinarias.

Fijate a tu alrededor y podrás ver miles de ellos continuamente. Sólo tienes que querer verlos. Si quieres algo, ve y consíguelo. Y punto. Las pequeñas cosas, aquellos pequeños detalles que tan desapercibidamente suelen pasar por nuestras vidas son los realmente importantes. Son los que te dan la magia.

Nos han enseñado en esta estúpida ideología: Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene. Por lo tanto, nos enseñaron, que la felicidad deberá esperar a completar lo que falta... Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida...

Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe que nuestras 99 monedas son el cien por cien del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve que esta es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que seamos estúpidos, para que tiremos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual... eternamente igual..

Cuántas cosas cambiarían si pudiésemos disfrutar de nuestros tesoros tal como están. Pero ojo, reconocer en 99 un tesoro no quiere decir abandonar los objetivos. No quiere decir conformarse con cualquier cosa. Porque aceptar es una cosa y resignarse es otra. Pero eso es parte de otro cuento...

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